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Archive for 16 de febrero de 2007

Yo por Dentro – Científicamente

Bueno, este es uno de esos artículos que me hacen lamentar la carencia de más dedos, a fin de escribir más rápido. Estaba paseando por Internet, más precisamente por el sitio de uno de mis lectores, cuando me encontré con una suerte de “mito urbano” o humorada legendaria (y hasta ahora) desconocida para mí en Internet. La noticia de que en un circo, un hipopótamo se había tragado a un enano.

Eso me puso a pensar en cual sería el límite de mi tolerancia al humor. Lo reconozco: cuando uno dedica mucho tiempo del día a pensar cosas que cree graciosas, y se ha pasado la vida aprendiendo acerca de las diferentes posibilidades del humor, ya no es tan fácil reirse. A los once años, yo ya conocía todos los chistes “hechos para contarse” existentes en el repertorio de habla hispana. Y a los quince o dieciséis, todos los del habla anglosajona. Para peor, no suelo olvidar chascarrillos ni situaciones cómicas: mi cerebro recopila todo eso casi enciclopédicamente, por alguna razón que no entiendo del todo. Dicho de otra manera: si los chistes fuesen genitales de jugadores fútbol, yo sería Alejandra Pradón. No puede sorprendérseme desde allí. Lo he visto todo.

Y es por eso que de un tiempo a esta parte mis ratos de entretenimiento provienen de cuatro o cinco fuentes predeterminadas, a la cuales recurro constantemente cual drogadicto perdido, siendo una de ellas, mi imaginación. Créanme, yo imagino muy bien. Voy mas allá de lo que puedo controlar, lo que me angustia infinitamente cuando cualquiera de mis seres queridos no atiende el teléfono o falta a una cita pero también me permite asegurar que ustedes realmente desearían ser yo en estos casos más felices. La noticia era falsa, obviamente, pero recrear la imagen en mi cabeza fue todo lo que necesité para comenzar a descomponerme de la risa, hasta las lágrimas. Porque en mi imaginación el enano tenía una voz gangosa muy graciosa, y tardaba aproximadamente quince minutos en ser completamente tragado. La hipopótamo se llamaba Vilma, y el enano, supongo, Ordoñez, porque así se referían a él el resto de los desesperados artistas circenses, uno de ellos (el domador de leones) interpretado por Will Ferrel.

Es posible que lo de este enano sea la situación más divertida en la que me haya visto involucrado en los últimos diez días. Es al menos, lo más gracioso que tengo en mente en este momento, pero estuve pensando entonces en algo que pudiese distraerme. Algo no necesariamente gracioso, pero igualmente asombroso. Un acto que, en caso de yo presenciarlo, consiguiese apabullarme y dejarme maravillado. Algo que me volase la tapa de los sesos, en sentido figurado. Que se yo… como ver a un koala siendo devorado por un elefante bebé, ese tipo de cosas.

En este momento estoy tratando de ordenar los elementos a fin de imaginar un espectáculo por el cual yo estuviese dispuesto a pagar cualquier suma de dinero con tal de estar en primera fila.

Y no puedo pensar en otra cosa sino en una pelea a mano desnuda entre un equipo de cuatro bestias y otro de seis humanos, estando el equipo “humano” formado por Bolo Yeung, Bruce Lee, Jackie Chan, Shaquille O’ Neal, la «Hiena Barrios» y Steve Irwin; y el equipo “bestial” constituido por un oso pardo, un oso polar, el macho alfa de una manada de lobos y un tigre albino.


Si ven que no respondo a los comentarios, es porque estoy ocupado imaginando. Sepan disculpar.

*Por cierto, Damos Pen@ está cumpliendo dos años, en este preciso instante. Aquí les dejo el link al primer artículo de vuestro servidor.

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