La cuestión es que fui a comprar un juego de destornilladores, de esos chiquititos, utilizados en relojería, joyería, óptica, etc. Los reconocerán porque son chiquitos, de acero, y vienen unos seis en una cajita. Su versión “económica/trucha” puede conseguirse con facilidad en cualquier lado, inclusive en algunos puestos callejeros de chucherías. Acá les pongo una foto de lo que compré, para que no se gasten imaginando, porque la verdad es que después de lo pobres que estuvieron algunos comentando en el post pasado, mucha fe no les tengo.
Me salieron caros, pero la verdad es que desde siempre había estado recaliente con ellos. Son japoneses, están rebuenos y cada vez que recuerdo que ya son una de mis posesiones siento ganas de desarmar cosas al azar. Aproveché la volada y también en esa misma casa de “pasatiempos” compré una hermosa pinza de precisión. Pero lo interesante de todo esto es que para conseguir los destornilladores tuve que pasar por varias tiendas. En una de ellas, fui partícipe de la más entretenida situación de negociación que pudiese experimentar un ser humano cualquiera intentando comprar algo.
Por si quieren repetir mi experiencia y sentirse dentro de un sketch televisivo, les diré que esta ferretería de aspecto relativamente antiguo queda alojada sobre la calle Uruguay, en pleno microcentro, Capital Federal. En una esquina. No sabría precisar en cual (todo está lleno de estos negocios por allí y hay ferreterías en varias esquinas), pero puede que sea sobre la calle Bartolomé Mitre. Si se concentran podrán sentir y distinguir el olor de clavos y tornillos, grasas y desengrasantes, bolsas de agua caliente y veneno en polvo. Envuelto en mi campera y bufanda crucé la puerta sólo para ver a un anciano de anteojos y boina sentado en una silla, amén de otro saliendo de detrás del mostrador (de madera oscura y pesada), dispuesto a atenderme.
Mantis: -Buenas tardes… ando buscando un juego de destornilladores de precisión: (ayudándose con las manos y entrecerrando los ojos como un idiota a fin de parecer más amable que ignorante) los “chiquititos”… ¿tendrá?
Viejo 2: (sin levantarse, de fondo)-¿Tenemos destornilladores “chiquititos”?
Viejo 1: -Tenemos que tener, vamos a ver si es lo que busca…
Viejo 2: -Destornilladores “chiquitiiiitos”, quiere el muchacho…
Viejo 1: -A ver …(sacando una caja de la vidriera) acá está, creo que esto lo que me pedís.
Mantis: -Ah, bueno, sí… ¿Cuánto están estos?
Viejo 1: -$7.90
Mantis: (dándose cuenta de que son precisamente los chinos y truchos) -¿Se pueden abrir?
Viejo 1: -Si, cómo no, lo abrimos…
Viejo 2: (siempre sin levantarse) -Lo está mirando mucho, no lo va a llevar…
Mantis: (sacando uno, el más defectuoso) -Éste está doblado, mire… qué macana.
Viejo 2: -Uuuuuy, ¿ves? Ahí tenés. Ya empezó a encontrarles defectos…
Viejo 1: (sacando una nueva caja y entregándomela) -Bueno, no hay problema, buscamos otro.
Mantis: (tratando de cancelar el intento de compra sin herir los sentimientos de nadie) –Me parece que no son los que andaba buscando yo.
Viejo 1: -¿Y cuales andabas buscando?
Mantis: -Eran prácticamente iguales, ¿no tiene algún modelo parecido?
Viejo2: -Uhhhh… quiere otro modelooo…
Viejo 1: (dirigiéndose al viejo 2) ¿Te acordás de cuando venían éstos (destornilladores) argentinos? Se les rompía la punta al primer día y costaban el doble.
Viejo 2: -Y, dale unos de esos, que se va a poner contento…
Mantis: (revisando el nuevo juego) -Creo que venían también en otra cajita…
Viejo 2: (levantando la voz, siempre desde el fondo, sin pararse) -Aaaahhhh… el muchacho venía a comprar una cajita…
Viejo 1: -(caminando hacia el fondo) Buenooo, esperá que ya te doy una cajita ¿por qué no me dijiste que querías una cajita?
Viejo 2: -Le van a vender una cajita linda en otro lado y se la va a llevaaaaar…
Mantis: (riendo) -¿Esto es aluminio?
Viejo 1: -Aluminio y acero esmaltado.
Viejo 2: -No lo veo convencido al muchacho, eeeeh…
Mantis: -¡Si estoy acá es porque quiero comprar destornilladores!
Viejo 1: -Y bueno, yo te estoy dando los destornilladores que me pediste.
Viejo 2: -Cambiaaaaale la cajita…
Mantis: (soltando una carcajada)-¡Si me gustan los voy a llevar, pero éste está tan torcido que yo podría atarle un elástico y usarlo para tirar flechas!
Viejo 2: -No viiiiino a comprar, dejalo tranquilo…
Viejo 1: -No te sientas mal, mirá que nadie te va a obligar a comprar nada…
Viejo 2: -Ponelo en la vidriera, dejalo que no se decide…
Viejo 1: -Yo lo pongo en la vidriera y listo.
Mantis: -Mire, éste también está torcido.
Viejo 1: -Y… vienen todos así, entonces.
Mantis: -¿Y no tiene algunos parecidos, pero sueltos?
Viejo 2: -¡¡Uuuuhhh… (levantándose y yéndose) ahora ya no quiere la cajiiiiitaaaaa!!