Bueno, como que el nuevo gabinete no deja mucho librado a la imaginación. Volvieron, porque a la Argentina le sobra paño y peronismo.
Por ahí, en una de esas, lo que uno tiene que hacer es dejar algunas cosas por escrito, como para que quede registro. Cuando mi hijo me pregunte qué estaba haciendo mientras Cristina Fernández y el resto de sus compañeros de trapisondas volvían a erigirse y transformarse en gobierno electo, podré decirle sin temores que estaba comiendo fideos integrales salteados con vegetales, escribiendo este artículo y jugando al Fallout 76, pese a que cada vez anda peor. Y no, no es que me haya vuelto gay con eso de los fideos: el cirujano que me sacó la vesícula hace dos años dijo que estaba con sobrepeso antes de que aumentara otros siete kilos, así que mejor, no debo estar ahora. Sumale a eso los tres litros de mala sangre que uno no puede evitar hacerse a diario y así andamos.
Por eso, estas dos grajeas de realidad.
Primera grajea: Cristina cantando la marcha, un nieto de Cafiero (que ahora es bueno, porque se murió y se volvió bueno, no como Menem que es malo porque todavía está vivo y a veces hasta lo extraño porque -puta madre- al lado de Magario resulta que es Abraham Lincoln), Wado de Pedro (que se va a hacer tirar la g..g..gom.. goma por los gobernadores antes de soltarles doscientos LECOP serie “B” y unas fichas de ENTel), Katopodis (que lo tirás al fondo del mar y te hace un asado y te saca la morcilla crocante), Felipe Solá (que no está preso) Gustavo Béliz (la cuarta cosa más menemista del mundo después de Menem, Zulemita y el negro Todman), Sabrina Frederic (la que dice que el terrorismo no es un problema para nuestro país, porque imagino que cuando explotó la AMIA estaba en Holanda), Elizabeth Alcorta (la abogada de Milagro Sala que ahora va a ser “Ministra de la Mujer”), Lammens (sí, no es joda), Cabandié (ese que anda manejando borracho porque le desaparecieron los padres o algo así), Luis Basterra (hombre de confianza de Gildo Insfrán, tipo capaz de meterle miedo al conde Drácula) y la lista sigue. Zannini es el procurador del Tesoro. O sea, arriba las manos.
Segunda grajea: Me cansé de ver fotos y comentarios y de navegar la web y de cruzarme con los beduínos estos que están encantados con la idea de que llegó un presidente que no tiene una familia “blanca, pura, hétero, católica y ejemplar”, como supuestamente era –dicen- la de Macri. Ahora llegó un presidente que –indirectamente- es parte del colectivo lgbtiejdjhejhr o como mierda se escriba la palabra puto hoy en día, o algo así. O sea, están contentos de ese tipo de representación, pero son los mismos que una elección atrás lloraban desolados porque había perdido precisamente Scioli, a quien habían votado con locura. Aquí una imagen de su campaña, nótese cuan compungida está actuando la conchuda de al lado:
A lo que voy es: no me jodan.
No tienen principios, ni ideales, ni ideología ni convencimiento, ni esto ni aquello.
Si Alberto hubiese ido en lista propia con su hijo (al que no sé si mandarlo a hacer la colimba, cagarlo a trompadas o hacerle un aborto) de vice, sacaba el 0.2% de los votos. Por algo no lo hizo, preguntale a Randazzo. Porque la verdad es que no tienen ideología, no tienen asfalto, no tienen agua potable, no tienen nada salvo peronismo.
Eso tienen.
Eso es lo único que tienen. Y es lo único que van a tener.
Y en un país que viene haciendo fuerza hace rato para volverse cada vez más pobre, ellos van a seguir haciendo fuerza hasta que el peronismo sea lo único que le quede a la Argentina. Me preocuparía mucho, de no ser porque la Argentina se siente representada, efectivamente, por el peronista que le toque. Hay gente que votó a Macri para que saque a Cristina y a Cristina para que saque a Macri. Me pregunto si habrá festejado y llorado emocionada las dos veces, andá a saber.
No sé a que venía todo esto, pero inventé un insulto que sirve para festejar durante estas fiestas: “Andá a chuparle la concha al hijo de Alberto”.
Yo creo que puede prender mejor que “andá a hacerte coger por el muñón de Scioli”, pero viste como es… a veces el primer corte no es el mejor del disco. Dicen que Paul se enojó cuando le hicieron los arreglos de «The Long and Winding Road» porque el quería solo pianito.