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Archive for julio 2008

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Me hallaba el otro día leyendo cosas y noticias viejas en internet, ya saben, sobre películas y esas cosas. Ok, ok… estaba buscando fotos de Megan Fox, ustedes saben. De repente me encontré con una novedad desactualizada de esas que están buenas, o que al menos resultan interesantes desde varias perspectivas. Megan Fox también está buena, miren sino esta foto. O esta foto. O esta otra foto. No, en serio, miren esta foto en la que usa una remerita de Star Wars y así y todo está re-buena. Guau… mi sable láser duplicó inmediatamente su tamaño cuando la vi… jajajajaja… ¿entienden? ¡Mi sable láser! ¿Lo entienden? Me estaba refiriendo a mi pene.

Decía que Megan Fox está más buena que todas las otras mujeres del mundo combinadas. Es como la resultante maravillosa de un experimento maravilloso con Angelina Jolie, Monica Bellucci y Jennifer Connelly. Experimento llevado a cabo por mí, ponele. A veces la miro y pienso que tenemos mucho en común, y que de no ser porque soy un hombre fiel y casado y responsable, podría decirse que fuimos hechos el uno para el otro, digo: ella trabajó en la película “Transformers”, y a mí siempre me gustaron los Transformers. Ella camina usando sus piernas, yo camino usando mis piernas. Ella es una modesta celebridad cinematográfica y yo soy una modesta celebridad en esto de los blogs. Ella tiene una vagina y yo tengo una enorme lista de cosas que podría llegar a meterle dentro. Prácticamente somos almas gemelas.

La malaria de Brue LeeResulta que un doble se murió prendido fuego durante la filmación de una película de John Woo. A eso iba este artìculo. No sé si me cae bien o mal este chinaka, ya que siempre me lo confundo con Ang Lee, que es quien filmó o dirigió esa película en la que el Guasón es gay y se le muere el gay amante, interpretado por ese que en la vida real de seguro es gay por más bien que me caiga. Sì, me refiero al hermano de esa chica que tiene cara de tortuga triste, y que trabaja haciendo de lo que antes hacía la esposa de Tom Cruise. Por cierto, ¿Soy el único que cree que Heath Ledger se murió porque con las maldiciones chinas no se jode y su aspecto de Guasón era sospechosamente muy parecido al aspecto del trágicamente desaparecido Brandon Lee en «El Cuervo»? Esto es lo que dice la agencia Reuters al respecto de lo otro (voy a traducir permitiéndome mis licencias):

Al menos tres personas resultaron heridas en el accidente ocurrido durante la filmación de la batalla épica “Red Cliff”.

El fuego se desató temprano en la mañana, cuando el equipo estaba grabando una escena en la que una lancha lastimada se estrellaba contra un antiguo catamarán de guerra o parecido.
Al momento de la colisión, cuando se suponía que el bote comenzaría a echar humo, una inesperada llama de 30 metros de alto se elevó llevándose consigo a dos utileros y al doble, quien murió antes de poder recibir asistencia médica.

Pobre hombre. Por lo menos tuvo una muerte pacífica. Ser quemado vivo siempre va a ser una buena forma de abandonar este mundo. Lo que quería decir es que si yo tuviese automóvil y llevase un matafuego en él, y viese a un hombre prenderse fuego así, no lo apagaría inmediatamente, sino que primero contaría hasta veinte. Podría tratarse de uno de los 4 Fantásticos.

Pero teniendo en cuenta que la nueva película de Batman parece estar batiendo todos los récords de taquilla, la pregunta damospenìstica de la jornada es: ¿Quién será el próximo actor o actriz en tener una muerte trágica y temprana o parecida? ¿Quién se morirá en la víspera?

No se ustedes, pero yo a Millie Stegman siempre la vi medio inestable.

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Estaba el tipo esperando el tren, de regreso a su casa. Retiro, esa estación donde sale un montón de trenes todo el tiempo pero una vez cada tanto y siempre con demora, no se haga usted el que no la conoce. Usted la conoce.

Y se sube al tren repleto. Repleto está el tren, porque el tipo no está repleto. No come, pero no porque no tenga plata para comer, sino porque no tiene hambre. Eh, viejo, tan pobre no está, parà la mano, dejà de llorar. Está trabajando en su nuevo trabajo, pero no le gusta mucho, lo que se dice mucho mucho. O si, si le gusta. O no. O tiene potencial para encantarle. Muy bien no sabe, està tratando de acostumbrarse, y odia los cambios y trancisiones, ama la rutina, asì que nomàs por las dudas se angustia, y come menos. Asì de paso adelgaza esa gordura con forma de panza que tiene desde que se casò. Tambièn està tratando de escribir con los acentos bien puestos, pero no le sale. Se angustia un poco tambièn por eso. Se angustia; es cinturòn negro en angustia. En cualquier momento se pone a rendir exàmenes y termina fingiendo que es profesor de algo en algùn colegio privado. Sì, va a hacer eso. Se acabò la joda, va a tener profesiòn, carrera y todo eso, pero de verdad. Para dejar de estar incòmodo y adolorido en el Universo.

Y mientras espera el tren, espera. La gente se pone nerviosa y dice cosas, resopla, etc. Menos mal que el tipo està angustiado y no participa. En eso estaba cuando de repente la señora petisa que espera el tren delante suyo (y que tampoco va a viajar sentada) saca el celular y comienza a hacer lo que hacen todos. Lo que hacen todos es avisar que llegan tarde, que eso, que llegan tarde y esas cosas. Porque TBA en algo debe andar con CTI, Personal y Movistar. Vamos y vamos, como se suele decir. Vos cancelame una formaciòn y vas a ver como te fabrico unos buenos pesos de mensajes de texto, entre aviso y confirmaciòn de respuesta.

«Esperando tren en Retiro» tipea la mina, con el dedo, tiki-tiki-tiki, buscando las palabras desde el diccionario, porque no es como el tipo, que lo hace letra por letra porque cree que asì es màs serio.

«Esperando tren en Retiro. Llego en una hora, preparate». Eso es lo que dice el mensaje completo. El tipo lo ve todo porque es muy alto, y ve las cosas desde otra perspectiva. Pero entonces la mina busca en la agenda virtual del aparatito, porque los mensajes sin destinatario son como las bombas sin explosiòn. Son cosas tristes, sin sentido. Parà, viejo, no te angustiès mas porque te podès morir nomàs de tristeza. Y de repente asoma el destinatario, bien en mayùsculas, como esas cosas que se agendan a las apuradas: «MI NEGRO TRIPODE», dice. El mensaje sale y el celular vuelve a la cartera justo cuando el tren se acerca a la plataforma.

Y se caga de risa, el tipo. Pero la pregunta del dìa es: ¿Còmo describirìa usted al tal «MI NEGRO TRIPODE»? No vale decir pijudo, no vale, no vale… esa la pensè yo primero.

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Todo esto pasa porque me voy de mambo (Porque soy Mamboretá, ¿entienden? Jajajajajajaaaa… no hay caso: la alta comedia es mi fino arte y este blog es mi obra maestra) con la comida y termino cenando como un degenerado, mezclando fainá con papas fritas, sánguches de “lomito” (las comillas se deben a que no confío en la calidad o legitimidad de las materias primas en los establecimientos sanfernandinos cuyo nombre comienza con la palabra “parador”), varios tipos de bebidas gaseosas y dos tortas diferentes, una de ellas la de mi casamiento, que se la viene bancando bastante bien a pesar de que tiene más de tres meses y la cadena de frío se le cortó una seis veces, nomás esta semana.

Me refiero al peor sueño que he tenido en mucho tiempo. Una pesadilla, obviamente.

Resulta que yo estaba no sé dónde. Parecía una feria de las que hacen en los pueblos norteamericanos, una cosa al aire libre, llena de gente haciendo barullo, tipo Woodstock, o esa feria circense del capítulo de los Simpsons donde Homero y Bart terminan empleándose para pagar una deuda.

A veces no recuerdo cuánto tiempo pasó desde la muerte de mi papá. Cuatro años van a hacer en algunos meses. La cuestión es que, de un momento para el otro, y con menos tiempo del que una morena víctima del desamparo social negada de su derecho a la educación necesita para expropiar ilegítimamente un teléfono celular a la salida de Unicenter, yo me hallaba acostado sobre el pasto. O recostado, o medio echado de lado, tipo perro. Sujetando la mano de mi viejo.

Podría haber soñado con otro tipo de situaciones, digo… podría haber soñado con eso de que Kirchner Néstor dice que todos los que hacen escraches al oficialismo son “GRUPOS DE TAREAS”. No digan que no les encantó cuando lo oyeron, porque no les creo ni les voy a creer nunca. Entre nosotros… yo siempre quise pertenecer a un grupo de tareas, y ahora que lo pienso quizá no lo soñé precisamente porque ya lo soñé muchas veces. No importan las tareas (no lo digo yo, lo dice el ex-presi). Suena a que uno es útil y necesario; que está haciendo algo. Escraches u otra cosa, habría que preguntarle a Kirchner. O podría haber soñado con toda esa gente que fue a oponerse al despiporre del patoterismo «K» desde el monumento al zoológico, o eso que está ahí en Palermo. O con el hecho de que en cualquier momento, si continúo sin conseguir empleo cruzaré la línea imaginaria que me separa de los indigentes y pasaré a ser clase re-baja, viéndome obligado a utilizar ambos lados del papel higiénico.

Y en el sueño mi viejo me hablaba, algo me decía, pero no recuerdo qué. Se lo veía despreocupado, y vivo. Yo, a su lado, no lo soltaba y también le decía algo… tampoco recuerdo qué. Pero yo –si bien recuerdo una sensación de alegría en un principio- lloraba, y lloraba. Lloraba con angustia, ahogándome en lágrimas. Copiosamente, de una manera que no recuerdo haber utilizado despierto (realmente, no me creo capaz de llorar así, aunque puede que lo haya hecho). Lloraba deprimido, sintiendo náuseas, descomponiéndome. Lloraba –insisto- ahogándome, hablando y llorando. Dicen los estudiosos de las universidades que el sueño en realidad dura unos pocos instantes, o a lo sumo media hora, entre intervalos en los que salimos y entramos del sueño. Pero, les digo, este llanto mío en el sueño debe haber durado horas, y horas, y horas. Debo haber entrado y salido más veces que el marido de Pamela David en Pamela David. Un llanto largo y grueso, como imagino que debe ser el miembro de Michael Clarke Duncan. Si yo tuviese algo así, de seguro le adosaría espinas o una cuchilla, y lo usaría para defender a los más débiles.

Pero cuando desperté, no tenía fuerzas para nada. No estaba mojado, porque no había “cruzado” la barrera y llorado realmente, pero… me sentía aplastado. Como esa escena de “Mi Pobre Angelito 2” en la que Macaulay se reencuentra con su madre en la plaza, en New York, salvo que en vez de Macaulay era Mantis, y en vez de la plaza era un infierno completamente oscuro dentro de mi propia conciencia, y en vez de reencontrarme con mi familia en Navidad yo me hallaba tratando de luchar contra las ganas de vomitar sangre y soldaduras que tiene un murciélago vampiro al cual un niño cruel enciende mediante fósforos y alcohol etílico. Ahora que lo pienso, puesto así no se parece mucho a “Mi pobre Angelito 2”. Sepan disculpar.

Pero la pregunta agro-exportadora del día es: ¿Han tenido ustedes alguna pesadilla verdaderamente castigadora de un tiempo a esta parte? Y en caso de ser un “si” la respuesta… ¿De qué se trataba?

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Insisto: lo bueno de publicar demorado y con menos frecuencia es que para cuando inicio el taca-taca contra el teclado (léase: el texto), ya se han escrito muchas cosas al respecto y yo me encuentro corriendo el riesgo de decir algo ya reflejado por algún otro desempleado, o futuro desempleado en su defecto. Más aún tratándose del tema éste, del joven alumno que fue expulsado de un colegio en Caballito, debido a que sus agresiones hacia su profesora habían quedado grabadas en un teléfono celular. Esta palomita morocha (físicamente barra-brava y piquetera) se llama Kevin, tiene quince años y va a ser papá, porque su novia (también de 15 años) está embarazada. Y si ustedes están esperando que haga algún comentario malicioso y predeciblemente clasista al respecto de la relación simbiótica de los elementos recién expuestos, es porque son malas personas. Pero por lo menos no son unos negros de mierda como “el Kevin”. Por eso los quiero.

Lo primero que sentí al ver las imágenes fue más o menos lo que siento ante cada hecho delictivo o criminal de los que me indignan, siendo yo un muchachito de derecha. O sea: tuve ganas de tomar la guía Filcar, un bidón de kerosene y salir rumbo a Caballito, a quemar gente al azar, cosa de –eventualmente, sí- alcanzar a amigos, parientes y seres queridos de este joven y sus padres. Y si bien todavía predomina ese sentimiento, lo cierto es que debo cumplir la promesa que le hice a mi maestro en su lecho de muerte, y ya no volver a usar las técnicas del puño incendiario nunca más. Lo ocurrido en el orfanato… bueno… no importa. Todos tenemos nuestros fantasmas.

¿Los profesores agarrándose a piñas con los alumnos como en Juvenilia? Ojalá. Pero la profesora no hizo nada para defenderse, al menos a simple vista. En una primera instancia, los padres fingieron sorpresa y pidieron la expulsión del negro de mierda éste, hijo suyo. Luego, les salió también el desamparo social de adentro y terminaron diciendo que a su hijo se le estaba quitando el derecho a la educación. El negro éste (el Kevin) dijo también cuando se lo entrevistó (ustedes lo habrán visto) que todo sucedió debido a que él no estaba de acuerdo con una mala nota que se le había puesto, y que la profesora se había negado a seguir con el tema en plena clase. Al final, lo echaron. “A ella no le costaba nada hablar cinco minutos”, dijo el negro, con el espíritu patotero bien enarbolado, creyendo que un profesor es simplemente un compañero más en la clase. Un compañero un poco más viejo e instruido.

Estoy casado con una docente, y cualquier docente sabe que tiene que andarse con cuidado, debido a que cualquier alumno es capaz de inventar cualquier cosa, y siempre habrá padres dispuestos a creer cualquier cosa. ¿Hay niños de jardín abusados por profesores de música? Sí, seguro. Y debido a ello una maestra jardinera hoy en día se ve obligada a dejar a un niño completamente untado en heces llorando en el baño, ya que por limpiarle el culo podría meterse en problemas. ¿Existen profesores mal intencionados desde el vamos? Absolutamente, pero son, en el peor de los casos, uno entre los cientos de miles de casos que son reportados por los papanatas a la voz de “me tiene bronca”. Y a menos que todo el curso repruebe, eso de “no sabe explicar” tampoco vale. Siempre de acuerdo a mi criterio, que es el correcto obviamente. Ustedes tienen todo el derecho a estar completamente de acuerdo conmigo.

Lo curioso es que días atrás, mi esposa me sugirió ante el desempleo que me agobia, la posibilidad de enseñar inglés o ser preceptor. Estoy “técnicamente” en condiciones. Su hipótesis es la de (y cito): “Ningún pendejo se va a animar a hacerse el loco con vos”. Sospecho que lo dijo porque en ese momento yo me encontraba desarmando y limpiando una pistola Sistema Colt, calibre .45 Auto, customizada, con guía de resorte extendida, cola de disparador regulable, miras especiales, cachas Pachmayr, martillo y cargador KRD inoxidable de 8 tiros, o quizás influenciada por mis dimensiones físicas, abundantes y perfectas. Lo cual no tiene sentido y resulta altamente contradictorio, porque ella mide 40 centímetros menos que yo y pesa 40 kilos menos que yo, pero sin embargo me tiene bastaaante cortito.

Algo que se me hace interesante de seguir es la forma en que la profesora retomará sus labores a futuro. No sé si está dando clases, pero yo en su lugar buscaría trabajo en otro establecimiento, ya que los negros de mierda son conocidos por ir a desquitarse cuando alguien les hace algo que no les gusta, tipo matarlos en un tiroteo, o ponerlos a trabajar. Esta profesora debería irse a otra escuela, iniciando el ciclo lectivo del año que viene. Y contratar para el primer día de clase a un extra, un actor. Un pibito que se hiciese pasar por alumno y que osase faltarle el respeto en clase, actitud que como respuesta encontraría una lluvia de insultos en alemán, y garrotazos coreografiados pero muy reales. Luego, llevárselo semiinconsciente afuera del aula y del colegio, subirlo a su automóvil y regresar a la clase una hora después, manchada de barro y sangre. El resto se solucionaría solo.

Y es por cosas como ésta es que no le entré a la docencia, ni tengo pensado entrarle. Hoy en día, con la idea de autoridad tan manoseada y debilitada en todas sus formas, el docente está obligado a ser débil, y cualquier negro de mierda que se sienta “fuerte” puede voltearlo, del modo en que un león viejo es derrocado. Es inquietante que los jóvenes de hoy en día sean capaces de agredir a sus docentes sin esperar represalias. Es diabólico eso de que los profesores no deban poner aplazos para “no desanimar” a los estudiantes, ni sancionar a una alumna por miedo a que se aparezca su villera madre con una cadena de bicicleta en la mano, dispuesta a cobrar venganza. Es perverso que el padre de un alumno de colegio privado pueda presionar y hacer echar a un docente debido a que el sueldo de un profesor es mucho menor que la suma de las cuotas mensuales de los dos hijos que manda a ese -reitero- colegio privado. Es terrible que la gente no entienda eso de que los derechos son derechos, y que por lo tanto pueden perderse debido a la propia falta de responsabilidad. Como la libertad, que a veces se pierde cuando sos un piquetero combativo y salís a tirar bombas molotov por la calle.

El Kevin es un negro de mierda que no tiene pinta de escuchar a Marilyn Manson… por lo que todo debe ser culpa de los videojuegos. Sí, seguro, tiene que ser eso.

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Yo sabía que tarde o temprano se vendría el fin de la vida en la Tierra pero siempre creí que tal suceso tendría que ver con alguna macana mía en un laboratorio lleno de tubos de ensayo. No obstante, parece que no será así. Me animo a decir que comparado con esto, lo de las retenciones y el paro del campo es nada. Y si alguien ya escribió algo al respecto, lo siento. Aunque pensándolo bien, que nadie hubiese escrito nada debería preocuparme aún más, porque la situación es alarmante. No, no lo siento nada. En cualquier caso, no importa, ya avisé que no tengo tiempo para leer otros blogs, y la PC en casa (esta) se cuelga si abro más de una ventana del Firefox, o si hago clic dos veces en menos de 36 horas. Lo de salir a matar zombies en el Urban Dead sin saber cuando se te va a congelar todo en medio de un tiroteo en plena vereda obligándote a reiniciar el asunto le da todo un nuevo significado a la expresión “¡Ah! ¡Me quiero cortar las venas con la pija!”. Es como jugar en Very Hard.

Resulta que hay una cámara fotográfica digital que saca las fotos sin que uno apriete el botón. No voy a andarme con chiquitas: la primera vez que vi el anuncio televisivo sentí escalofríos, porque ustedes y yo sabemos lo que eso significa: Ya existe una máquina capaz de reconocer los gestos de alegría, placer o gozo en un ser humano. Y es también capaz de reaccionar sin nuestra intervención. Es capaz de tomar la decisión por si misma. Me la presentaron y dejaron probar en un shopping.

Les digo: esa máquina es capaz de juzgarnos.

Que exista una máquina capaz de reaccionar ante nuestro disgusto, enojo o ira es sólo cuestión de meses. Años en el mejor de los casos. Y tómenme en serio cuando hablo; estoy desempleado y cuento con cerebro de sobra como para andar haciendo cálculos del tipo: ¿Cuánto va a tardar la góndola frigorífica del supermercado en subir maliciosamente su temperatura a fin de estropear y contaminar los alimentos mientras duermo? Hice también algunos dibujos bastante precarios pero sobradamente explícitos acerca de cómo podría venir la mano, pero no tengo escáner, porque eso es para la gente de plata. En uno de ellos aparezco yo desnudo levantando pesas, y créanme, es un hermoso dibujo. En otro, aparezco caminando a través de un lago, esquivando ataques de aviones-robot sólo para poder curar a un cisne herido mediante la imposición de manos.

“Sony Smile Capture”, se llama, o algo así, no sé, estoy inventando. Yo le habría puesto “Sony odia a los seres humanos y busca su extinción”. Obviamente, los “genios” responsables del asunto deben ser japoneses. Porque es una idea que dice “Japón” a todas luces, ya que incluye elementos absolutamente japoneses: como ser la robótica, la demencia tecnológica y la superficialidad. Estos futuros acusados de crímenes de lesa humanidad no van a perder tiempo y destacarán las aplicaciones beneficiosas de este tipo de dispositivos: los imagino hablando, dictando conferencias acerca de los automóviles inteligentes que se frenan a un costado cuando detectan signos de alcoholemia en el rostro del conductor, o los teléfonos celulares con cámara capaces de grabar automáticamente las conversaciones felices entre padres e hijos, parejitas de novios, etc. Pero ocultando, conspirando… evitando mencionar el caso de ese joven depresivo que terminó quitándose la vida cuando su PC se encendió por si sola y editó fotos para que su padre apareciese violándolo vestido de ninja cuando tenía tres años de edad. Omitiendo esos casos en los que aviones “inteligentes” llenos de provisiones que viajaban rumbo a Namibia decidieron colisionar entre sí, perdiéndose su carga en medio del océano… y todo esto nacido de una práctica camarita fotográfica, capaz de no sacar fotos ante un gesto de “no sonrisa” (o lo que yo llamo “dolor”). Una cámara del miedo y de la muerte.

En lenguaje básico de programación, imagino que la cámara viene con un cerebro que dice algo así como que:

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*if SMILE, then HAPPY, then PICTURE
*if not HAPPY then ANGRY then DANGER then FUCKING KILL ALL HUMANS
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Y otras cosas, con muchos unos y ceros. Pero esperanzas hay: los humanos encontraríamos la salvación (o por lo menos el primer paso hacia la resistencia) volviendo a las fuentes. Retirándonos hacia un pasado no demasiado distante, ni tan primitivo. Atándome al ejemplo anteriormente citado me referiré a las heladeras. Las heladeras argentinas de las petisas y pesadas, de hace 50 años, por ejemplo. Esas que venían sin freezer, únicamente equipadas de un motor en su parte superior, y con capacidad escasa pero indiscutiblemente eterna. Ahora que lo pienso, por suerte esas heladeras no son inteligentes, ya que sí son muy fuertes. Yo tengo una de ellas en casa (es la que funciona actualmente) y les puedo asegurar que es lo suficientemente segura como para meterle un niño adentro, dejarla en un congreso episcopal y poder volver a buscarla al otro día para hallar en su interior al niño muerto a causa de la asfixia probablemente, pero con sus genitales y ano intactos. Pero cualquier tipo de decisión que tomemos debe suceder ya, ahora, sin perder más tiempo. O sea: lo único que debemos hacer es dejar de consumir tecnología por un tiempo, y prescindir de las nuevas ideas, que brotan de hasta debajo de las piedras. Realicé un tercer dibujo también, en el que el androide N° 18 aparece practicándole sexo oral a Bulma. No, esperen, eso fue hace como diez años.

Lo que quiero decir es que lo más probable es que las máquinas terminen por matarnos a todos. Bah, a ustedes. A mí no. Ya saben que yo tengo armas, además de mis patadas giratorias y mi karate. ¡Kiai!

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