La cosa es así: me despertó un calambre en la parte trasera de la pierna derecha a las cuatro de la mañana, y ya no pude seguir durmiendo. El dolor fue tanto, y el tirón tan grave, que hasta caminar me cuesta. No sé si se deberá a la falta de potasio como dice mi madre, o a la falta de prostitutas y cabarets como dice mi tío, o a la falta de esferas del dragón como digo yo, pero todo esto se reduce a que perdí hora y media de sueño, y estoy lleno de odio. De odio, malignidad y violencia, como todo macho. Súmenle a eso lo siguiente: tengo el acceso a Internet cada vez más restringido (postear no está bien) y en el interior de una de mis fosas nasales se está gestando un grano duro, grandote, de esos que duelen y no pueden ser reventados. Si manejase un camión, estoy seguro de que en lo que va de la mañana ya habría arrollado con gusto a una docena de niños limpiavidrios. Mínimo. Y subiéndome adrede a la vereda, con el semáforo en verde en algunos casos.
Como me parece inapropiado dejar pasar esta oportunidad de manifestar tanto mi violencia como la ajena, les dejo aquí las que considero fueron las seis muertes más violentas en la historia del cine. Bueno, al menos, de los últimos tiempos. Son 6 porque es el número imperfecto, porque es demasiado temprano como para que sean más, y también porque quiero dejarles a ustedes lugar para que agreguen las suyas.
The Godfather (El Padrino). La emboscada. Resulta que a Sonny (James Caan) lo engañan a fin de que salga sin protección, como el loco explosivo que es, rumbo a casa de su hermana, quien fue golpeada por su marido. Entonces, su automóvil se detiene en una cabina de peaje en una autopista desolada, el dependiente de la cabina cierra la ventanilla y se arroja al piso, y estalla el pandemonio. ¿Doscientas balas? ¿Trescientas? Tal vez más. Intenso. Sonny Corleone recibió una lluvia de plomo en una de las escenas más recordadas de esta gran película. Es el tipo de balacera que te hacer preguntarte cuánto le dolió, o hasta qué balazo estuvo consciente. Fue bueno que sucediese, porque dió origen luego a la famosa frase “look what they did to my boy Sonny, look what they did to my son… ”, que yo uso cada vez que deshueso pollo. Esta escena sería lo más violento que le sucedió a James Caan en toda su carrera de no ser porque Annie Wilkes le rompió las patas a mazazos tras atarlo a una cama.
Silence of the Lambs (El silencio de los Inocentes). El garrote. Para muchos, Hannibal Lecter es el mejor villano de la historia del cine. A mi parecer, es al menos el que más estilo tiene, y el asesino serial que algún día seré, Dios mediante. Sin embargo, Anthony Hopkins se vuelve básico y elemental en la terrible escena de la jaula, garroteando a muerte un oficial, en un plano más que impresionante en el que no se ve otra cosa que la horrible expresión del ganador del Oscar llevando su boca ensangrentada, las salpicaduras correspondientes y el movimiento de su brazo. El camarógrafo debe haberse orinado antes de llegar a la parte en que el cuerpo es destripado y colgado artísticamente de la parte superior de los barrotes.
28 Days Later (Exterminio). El piquete extremo. Esta película es realmente violenta. Estamos hablando de zombies, muertos vivientes y las formas de eliminarlos, cosa que se repite en el género llegando a niveles casi cómicos. Cuando uno se dispone a verla, se va haciendo a la idea de que las muertes van a sucederse una detrás de la otra, pero la escena en la que el protagonista ensangrentado (quien resulta creepy nomás de verlo en una foto mirando tele) hunde sus pulgares progresivamente a través de las cuencas oculares del oficial “malo” (pero no zombie) entre gritos y gruñidos es una revolvedora de estómagos. Hacer explotar un caballo con un collar de dinamita no debe resultar tan violento ni tan estremecedor. Es el tipo de escena que hace que después de sucedida uno se pregunte: ¿Era necesario? ¿No podría haber venido al cine a ver otra cosa? La respuesta es no. Fue uno de los dineros mejor gastados en mi vida. Un auténtico Resident Evil.
Saving Private Ryan (Rescatando al Soldado Ryan). La puñalada. En una escena del principio, un soldado destripado llora y grita por su madre, pero en comparación con la escena que más recuerdo de esa película, parece un comercial de PinyPon. Esta muerte a la que me refiero corresponde al soldado americano judío (Mellish) que tras una pelea feroz a mano desnuda con un soldado nazi es apuñalado en el corazón, lentamente, con una daga que él mismo había sacado. “No… no…no no no no” dice el pobre flaco, a lo que el agresor responde: “Shhhhh…” mientras hunde la hoja. Terrible, realista… qué se yo. Si el servicio militar aún fuese obligatorio en la Argentina, y el aviso de reclutamiento me hubiese llegado tras haber visto esa escena, yo mismo (con una pinza pico de loro y unos metros de alambre) me hubiese roto la espina a fin de zafar.
Casino. La paliza del desierto. Recuerdo que cuando tenía ocho o nueve años, solía quedarme a ver tele durante madrugada, y así conseguí enganchar Saló, o “Los 120 días de Sodoma” sin saber de qué se trataba. Pero eso no me pareció tan violento como esto. Cabe decir que el personaje interpretado por Joe Pesci se la había buscado durante toda la película. Las había hecho todas, desde involucrarse con la mujer equivocada hasta robar a los jefes de la mafia para los cuales trabajaba, pasando por reventarle a un tipo la cabeza con una morsa o apuñalar a otro en la garganta con una lapicera. Así y todo, la escena de la golpiza en el desierto es demasiado. Cruda en todos los sentidos, ya que comienza con él siendo obligado (por sus ex-compañeros) a ver como su hermano recibe una tunda brutal, con bates de béisbol. La sensación horrible y desesperante de que es el fin, de que no hay salida. Impotencia pura, que luego se transforma en su propia cuota de batazos amigos. Desnudos y ensangrentados, ambos cuerpos son arrojados a una fosa en la arena, y comienzan a ser sepultados todavía vivos. Ahí es cuando te das cuenta de que tu laburo no está tan mal, aunque el sueldo no sea la gran cosa.
American History X. El «enjuague bucal ruso». Muchos no saben que esta gran película existe. Por un lado eso está mal, ya que en ella Edward Norton lleva a cabo una actuación absolutamente magistral y escalofriante representando a Derek, un “cabeza rapada” neonazi que da unos discursos de antología, hermano mayor del siempre perturbado Edward Furlong. Pero por otro lado está bien, ya que “American Histoy X” hospeda a lo que sin lugar a dudas es la muerte más violenta que uno pueda imaginar. Quienes la hayan visto, ahora estarán recordando con pavor silencioso ese momento (en blanco y negro) en el que Derek sale a la vereda en calzoncillos y botas, pistola en mano, y se encarga de “educar” al ladrón malherido, tan afroamericano como delincuente y desafortunado. Nada, pero nada, nada se acerca a eso. Derek termina en la cárcel, pero ni curando el SIDA habría podido llegar a reparar lo hecho.
No me horrorizo ante la violencia ni tengo un estómago delicado, pero la verdad es que nada me había preparado para tanto… No sabía que eso existía… Me dolió a mí. Todavía me duele. No voy a describir la escena. Si quieren verla, busquen “curb stomping” en Wikipedia y YouTube, pero estén preparados para sentirse incómodos durante un buen rato. No sólo es la muerte más violenta en la historia del cine, sino que también es la cosa mas violenta que vi jamás en película alguna. Nada llega a ser tan simple y tan brutal. La película es de lo mejor que hay, y debería haberse ganado el Oscar en la categoría de “Mejor Violencia”, desbancando a todas las de Faces of Death.
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