Resulta, resulta, que hoy no voy a ir a trabajar, creo (para cuando ustedes lean esto, ya no habré ido a trabajar, seguramente). Estoy con algo que muy bien no se que es. Podría ser hernia de disco o ciática (se le dice así a las cosas que te pasan con el nervio ciático). O un tumor. Yo por las dudas nunca descarto que cualquiera de mis síntomas pueda deberse a un tumor, porque viste que si resulta que era un tumor y no te preparaste para eso, es peor que si pensabas que tenías un tumor y después no era un tumor. Desde que vi la película “Fenómeno” con Travolta, que pienso así.
Y esto de la columna (vamos a referirnos a esta nueva circunstancia como “ciática” a fin de ser breves y no complicarnos con fines narrativos) no es sino la última de mis adquisiciones en lo que a padecimientos se refiere. Quizá porque estoy aburrido y no está cargando bien el sitio web porno que más frecuento me gusta compartir este tipo de cosas y la opinión de ustedes me parece valiosa, es que paso a tratar de enumerarlas. Además, es probable que el psiquiatra al que voy a ir a ver me pida una lista de síntomas para así poder medicarme. En una de esas alguno de ustedes también se está volviendo progresivamente loco y me puede recomendar algún remedio casero que no tenga nada que ver con la masturbación. Digo, porque ya probé con eso y no hubo cambios.
La ciática. Como les decía: lo más reciente. Ayer anduve en moto (de un tiempo a esta parte hago prácticamente todo en moto) y empecé a sentirlo. Hace una semana compré una mochila nueva y no la siento incómoda, pero eso no ayudó. Creo inclusive que se debe a la mochila, ya que hasta ahora yo había estado yendo a laburar con la moto y un bolso cruzado sobre la espalda, pero qué se yo. Tampoco es que lleve cosas tan pesadas en la mochila, digo… si con 28 años no tengo la suficiente salud como para llevar una mochila con una cartuchera, dos cuadernos, una botella de agua y un par de fotocopias, más me vale ahorcarme en el baño, usando mi propio miembro como soga. Si mis alumnos pueden hacerlo, yo también. No, lo de ahorcarse con el miembro no. ¡No, pará! ¡No, no es que le haya visto el miembro a alguno de mis alumnos y sepa si puede ahorcarse o no con él: me refería a lo de poder cargar la mochila! Jajajaja… ¡Son unos locos, ustedes, eh! No tengo mi copia del código de convivencia encima, pero estoy casi seguro de que no se supone que un docente les vea los genitales a sus alumnos… Jajaja… A menos que ellos ofrezcan mostrártelos en el asiento trasero de una Fiorino sin patente después de una Cepita tuneada, supongo. Ahí debería ser distinto.
Asma. Resulta que se me complico el tema respiratorio. Ahora estoy en tratamiento con un aerosol preventivo para todas las mañanas y todas las noches, y una pastilla antes de dormir. Al principio una de las drogas me provocó palpitaciones (no leo los prospectos médicos porque voy al médico dando por supuesto que el médico estudió y me va a dar algo que me sirva). Y me puse a buscar fotos en Internet pero me dan impresión los bronquios. Me queda el consuelo de que peor la están pasando los japoneses, que a esta altura del partido ya se ponen contentos comiendo sushi de algo que no debe ser muy distinto al pescado de tres ojos de los Simpsons.
Visión borrosa. No veo bien, y me mareo. Digo, veo peor que de costumbre, considerando que uso anteojos desde que tengo memoria. No sé si se deberá a que hace poco se me rompió uno de los cristales de los anteojos y en una de esas en el laboratorio le erraron y me pusieron cualquier cosa, o si se deberá al mal estado cerebral. O al tumor.
Me molestan muchas partes de mi cuerpo. Y entran dentro de esto los accesorios, como por ejemplo: anillos, pulseras, reloj, etc. Me molestaron tanto los aparatos de ortodoncia que terminé por quitármelos sin ayuda de la especialista (léase: me los saqué con la Victorinox en un momento de lucidez). El problema toma otra dimensión cuando uno (o sea, yo) cae en la cuenta de que también me molestan partes del cuerpo de las que son no-removibles, o que son obligatoriamente “permanentes”. Porque además de los anillos también me molestan la nuez de Adán, las uñas, el cosito que separa las fosas nasales (me gustaría tener una sola fosa nasal alargada) y los huesos de los dedos de las manos.
Insomnio. Me despierto mucho durante la noche, y no logro dormir como una persona seria. Llevo un trimestre de dormir 4 horas al día, como mucho. O sea, vengo a ser como Cristian Bale en “El Maquinista” pero con la convicción de que después no voy a ser Batman. A la noche me da mucho calor, y me molesta toda la ropa, y entonces me desnudo, y me despierto estornudando porque no soy lo suficientemente hombre como para dormir destapado, en bolas y con la ventana abierta. Y tengo sueño durante todo el día. Y me hace mucho frío durante el día, lo cual me lleva a hacer mucho pis.
Estrés. Uno de los principales síntomas del estrés es el cansancio, debido a que una persona estresada consume más (léase: necesita más vitaminas, proteínas, etc.) de lo que tiene. Imagino que podría solucionarse con un suplemento dietario. Pero también imagino que podría solucionarse si entrase yo a un shopping con una escopeta dispuesto a aplicar el famoso “rifle sanitario” sobre los desconocidos que compran camisas de 600 pesos cuando todos sabemos que una camisa de hombre no puede costar 600 mangos ni viniendo con una netbook de regalo.
La mandíbula. Después de comer, quedo todo acalambrado, como si la mandíbula se hubiese agotado de tanto hacer fuerza para masticar. Hay una enfermedad que te traba la mandíbula, no me acuerdo si se llama escorbuto o brucelosis o botulismo o algo así. Pero debo tener eso. Creo que podría curarse si me compro una cabeza de caballo embalsamada en una casa de antiguedades y, tras vaciarla, sacarle los ojos y abrirle la boca, la coloco sobre el frente de mi moto, cosa de que de noche cuando se prenda la luz parezca que estoy montando un corcel del infierno.
Cálculos en la vesícula. Esto es curioso, porque si bien es un padecimiento real diagnósticado, la verdad es que desde que se me entró a jorobar todo lo demás, fue como que la vesícula dijo: “Bueno, no me va a dar bola y entonces no lo jodo”, porque no la estoy sufriendo. No tengo patadas al hígado ni cólicos ni nada.
Depresión o algo así. Tengo gente cercana que cree que en realidad lo que tengo es una sucesión de hechos y traumas no resueltos, una depresión terrible que se agrava exponencialmente y que todo los malestares físicos en realidad derivan de estar deprimido y que por eso estoy manifestando todo lo demás físicamente. Lo curioso es que la gente que me dice ese tipo de cosas es gente que está haciendo terapia porque tiene sus propios trastornos mentales no resueltos, lo cual me lleva a desconfiarle de las apreciaciones. En cierta forma, prestarle atención a gente en esa condición es el equivalente a juntarte a estudiar para preparar un examen con un compañero que ya reprobó tres veces el examen y tiene “experiencia en el asunto”.
El hecho de tener más trabajo que el año pasado (ahora estoy dando algunas horas en el secundario de dos escuelas además de la escuela en la que trabajo todas las tardes) tampoco ayuda (más aún cuando en uno de los cursos tengo media docena de alumnos con desórdenes diagnosticados y padres de los que se arreglan poniéndolos en una morsa y apretándolos hasta que se les salen los ojos), pero fue una medida de precaución que tuve que tomar. Por si acaso. Por la plata. Por si en mi familia de repente sentían que estaba demasiado peligroso como para seguir teniendo armas de fuego y me las escondían (minga me vas a dejar indefenso. Cuando uno se vuelve loco necesita poder defenderse más que nunca). Me queda el consuelo de que peor la están pasando los músicos del Colon esos a los que Macri echó porque es un millonario malo.
En casa están todos recontentos conmigo, si. Lo mejor es que cuando me dicen que no estoy bien, yo respondo: “¡Ustedes creen que estoy loco, PERO LO ÚNICO LOCO SON MIS PRECIOS!”, como si se tratara de un comercial televisivo yanqui de los 80, y hago la mímica de como si me estuviera poniendo una galera de colores y tuviese un bastón en la mano. Pero la pregunta del día es: ¿Qué achaque lo tiene a usted a maltraer hoy en día? No se hagan los sanos, que todos estamos medio hechos mierda de alguna u otra manera. Fíjense sino Patricia Miccio, que acaba de morirse tras luchar valientemente durante años contra el cáncer. ¿Vieron que yo tengo razón y que hay que elegir mejor las batallas? Yo, si hubiese sido ella, en vez de pelear contra el cáncer habría peleado contra una nenita santiagueña desnutrida de las que salen en los noticieros. ¡KO en el primer round, baby!
Y en otro orden de cosas, el otro día escuché un disco de Michael Bublé cantando sus propias canciones, y la verdad es que preferiría oír disparos de escopeta provenientes de la habitación de mis hijos antes que volver a escucharlo.