No sé porqué usé signos de exclamación en el título, pero creo que es lo que hacen todos los chicos cool hoy en día en Youtube. No sé si vieron o no esa cosa de que, aparentemente, se está filmando o se filmó y se va a estrenar la película que cuenta la historia de Facebook, sus creadores y titiriteros, etc. Yo estuve muy ocupado recuperando horas de sueño durante esta última veintena de días, pero así y todo me llegó la noticia, habiéndo hecho algún “click” accidental en un hipervínculo de algún sitio web dedicado a la estimulación sexual y a las artes de filmar dichos eventos. O algo así.
Corríjanme si me equivoco, pero la mayoría de quienes se hicieron una cuenta de Facebook lo hicieron tratando de encontrarse con ex-amigos o compañeros de historias pasadas. Queriendo pernoctar con quienes no pudieron pernoctar, etc. Todos sabemos que en realidad uno hace mal llevando a cabo tales cruzadas, ya que con quienes se encuentre después de quince o veinte años ya no serán las personas buscadas. Quiero decir: suponete –ponele- que yo quiero buscarlo a un compañero mío de colegio que se llamaba Damián Tetocoelpito, y con quién supe pasar muy buenos momentos de amistad hasta que se terminó la escuela primaria.
Lo cierto –y triste- es que tengo más probabilidades de encontrarlo a este muchacho en una persona diferente, que en él mismo. Y no sé ustedes, pero yo no estoy preparado para ver a mis compañeros de la primaria con auto, barba y bigote, y mucho menos para descubrir que mis compañeras ahora son un amasijo de estrías y cabellos teñidos de puntas florecidas, envueltas en las cintas ásperas de quienes pagaron el precio de su belleza adolescente convirtiéndose en madres solteras. Algunas cosas, mejor dejarlas en los recuerdos. Así, como están, sin joder a nadie. Además, desde que existe esto de Internet, mucha gente retoca las fotos al punto de que algunas son comparables a esas que te sacan en ciertos lugares turísticos mientras asomás la cabeza a través de una placa de madera con el dibujo de una chica en bikini, o una dama antigua.
Es por eso que a Facebook nunca le di mucha bolilla. Y me encantaría poder decir que no suelo participar de las nuevas redes sociales debido a que los amigos son para juntarse a tomar y comer algo (y no para conversar o mirar fotos a través de la PC), pero la verdad es que la razón por la que no participo es porque me da una paja bárbara eso de tener gente conocida. Para entender mi nivel de aislamiento basta con decir que tengo parientes a los que estimo sinceramente, y los cuales no les conozco la casa, el auto o los hijos nuevos.
Sin embargo, y como creo en el poder de las fotografías (como por ejemplo esta, o ésta) es que les acerco parte de las fotografías que hay en mi teléfono celular, y que probablemente les servirán a ustedes a la hora de conocerme mejor. Porque de eso se trata este sitio web: de que ustedes me digan cuan grandioso soy y cuan atractivo les resulto.
La metafísica de los carbohidratos
Esta fotografía fue sacada en San Rafael, Mendoza. En una panadería, el último día de mis vacaciones. Serían las diez de la mañana cuando la tomé. Uno no puede dejar de maravillarse ante el énfasis de quien puso el cartelito. Pesimista, vacío, genial. El pan dulce que te comés antes de pegarte un tiro en la sien. El que te convida Kevin Johansen.
El ano de Optimus Prime
Debido al alto índice de plomeros amateur entre mis lectores, resulta innecesario aclarar que la fotografía no pertenece al último tracto del intestino del adalid de los autobots, sino a la cosa que queda cuando desarmás una canilla del baño. Le saqué la foto para no tener que explicarle al tipo que atiende, diciendo cosas como: “Necesito el cosa que va como en un coso… ese que lo ponés sobre el chirimbolo que hace así… así… ese coso que… No, no… el otro coso… que hace…. ¡Eso, exacto! Ese cosito, pero que va así… no…”.
Una moto tan rápida como un puercoespín azul.
Me hace pensar en la intro del Sonic 2, con la voz digitalizada que dice “seeeegaaaa”. La saqué a pocas cuadras de mi casa. El tipo se consiguió un sticker y lo pegó orgulloso. Está bueno eso de enterarse que en el mundo hay gente con criterio, al tanto de que los videojuegos son cosa seria. Ni hablar de la distancia intelectual que saca el tipo, si lo comparamos con los que usan mochilas con la imagen de “El polaco”. Este tipo podría ser mi amigo y no lo sabe. Y yo podría ser el amante de su novia, y no lo sabe. Y yo podría estar ahora escribiendo desde el interior de tu ropero con una notebook, y vos no lo sabés. La vida es así: una recopilación de incertidumbres. Lo único seguro es que estoy tomando te con leche. ¿O no? AaaaaaaaaaAAAAHHH. Sí, estoy tomando te con leche.
Te quedaste sin crédito
Resulta que un día, mientras corregía cuadernos de mis alumnos en el aula, empecé a escuchar que un tipo le gritaba a otro: “Dame el celular”. Cuando me puse de pie, vi que un tipo le pegaba patadas al otro. Pensé que se trataría de un choreo, pero como el que pegaba era de piel más blanca que el que recibía, supuse que el chorro era el que estaba en el piso. No te hagás el superado, porque a vos te pasaría lo mismo. Pero resulta que, te contaba, al tipo le pegaban patadas, y entonces se acerca un viejo y le empieza a decir al que estaba en el piso: “¿No te da vergüenza?” A lo que el tipo no respondió, entretenido como estaba, recibiendo patadas y puñetazos. Después se acercó una mina con pinta de volver del gimnasio, con un perro grandote, y se lo tiró encima al chorro a la voz de “Attack!” y yo ya estaba empezando a sentir algo de lástima por el cafeteado. Entonces apareció un flaco de Correo Argentino que se bajó de la bicicleta y medio como que quiso detener el linchamiento, pero que se detuvo al ver que iba a terminar cobrando también, y sacó su celular. A todo esto ya se habían juntado como cuatro o cinco rodeándolo al supuesto chorro. Resultó que el chorro éste le había robado el celular a un adolescente pusilánime, alumno de la escuela en la que trabajo, y el que pegaba era el hermano mayor, que yendo en el auto con el agredido había reconocido al delincuente.
Cuando llegó la policía (un patrullero con dos cosos) el punching-ball explicó, desde el piso y entre lagrimas, que no había sido él, que había sido otro, un amigo suyo al que él conoce y que afana en Retiro, cosa que no tiene ningún sentido para mí, al menos. En una de esas, lo que quiso decir fue que el celular robado lo tenía el otro, pero se entiende, ya que después de haber recibido todas esas patadas y con el perro medio como queriendo morderte y garcharte, yo bien habría dicho algo así como “¡Dichoso el árbol que es apenas sensitivo, pero más dichosas son las huestes que prepara San Martín para luchar en San Lorenzo!” y luego me habría vomitado encima.
La instantánea inmortaliza ese momento, de arresto civil.
No bombardeen Buenos Aires
Tomada el día del Bicentenario, o en uno de esos días. Escuchar el rugido de los aviones medio que hizo que los peronistas fruncieran, pero a mí me encantó. Soy un nene. Fue como «Rescatando al Soldado Ryan»: ruido de guerra de verdad. Lo malo es saber que si vienen los marcianos, tenemos exactamente doce aviones con los cuales defendernos. Will Smith y Bill Pullman deben estar revolcándose en sus tumbas.
Papa corazón
Jajajaja… En vez de papá corazón, PAPA CORAZÓN… Se entiende? Jajajajajaja… SIN ACENTO, EH! EH!
Lo otro es, obviamente, bife de chorizo. Me gustaría decir que el sexo fue genial después de esta cena, pero no. No te casás para tener sexo genial, sino para te quieran y se compartan los gastos. Habrás dejado de gozar en la cama, ¡pero ahora el celular te sale 17 pesos en vez de 35, eh! ¡Bum! ¡Justo en el blanco, perejil! Jajajajajaja… ¡Quedate con tu asquerosa promiscuidad! Jajajaja… ¡Bum, baby!
Un cartel bruto
The Final Frontier
Una foto en la que aparece la frontera con Chile, porque sé que a la gente le gusta eso de las vacaciones, y queda mal no tener una foto de las vacaciones. A mi me recuerda que la muerte nos acecha en cada rincón. Pero casi todas las fotos me recuerdan eso.
En el Tiro Federal de Lomas de Zamora
Es de antes de que empezara a probar un tipo de munición desconocida para mí hasta ese entonces (rezagos militares o parecidos) en ese pequeño revolver en .357 Magnum, que patea como la puta madre que lo parió, para más datos. El bolsito que ven ahí, es un bolso que mi cuñado me compró en “Mantis Moto”, lo cual es genial, ya que ahora mi moto tiene un bolsito que dice “Mantis moto” y parece hecho a medida. Se compra acá. http://www.mantismoto.com/bolso_tankus.html Mi cuñado también sería genial, de no ser porque a la hora de cocinar tiene el paladar de un muñequito de G.I.JOE y es absurdo lo que hace: el otro día me cocinó al horno las hamburguesas… patys al horno… ¿Qué sigue? ¿Empanadas hervidas?
De esos blancos con forma de lata de gaseosa (y muchos otros) tengo varios impresos. Unos 1000. Fue mi forma de cobrarme un día de laburo.
Brmmmmm… brmmm
La moto recién comprada, en casa de un amigo. Sin palabras (Nótese la cubierta plástica sobre el asiento).
Y por ahora eso es todo. Si quieren, otro día sigo. Por lo pronto, acá les dejo la mejor guitarra en la historia del mundo y del universo y de las cosas.
Ya que me gustaría poder decir que no he desarrollado con mis videojuegos, a lo largo de mi vida, un vínculo sentimental como el que desarrollé con mi madre o el resto de mis seres queridos, pero no puedo. Pero la pregunta del día es: ¿Vieron que la hija de Lawrence Fishburne es una reventada ex-prostituta que filmó una película porno (de verdad, con directores, actores, etc.), y que ahora su padre le está ofreciendo a la distribuidora comprar todas las copias?
¡Qué pervertido! ¿No le alcanzaba con una sola copia?