Copio pego aquí una noticia tal y como el diario la sube, siendo hoy (mientras escribo) viernes 25 de Abril, dos menos cinco de la tarde en mi reloj. No hace falta aclarar que prefiero hacer esto a tener que sólo pegar el hipervínculo porque los noticiosos digitales son famosos por editar, modificar y manosear una noticia levantándola y eliminándola en caso de antojo, ¿no? Bueno. Lean:
Pasajeros de la línea Mitre cortaron las vías en Olivos para protestar por desperfectos en un tren
12:02Ocurrió esta mañana y afectó a las dos manos del ramal a Tigre. «Se les dijo que debían bajarse para cambiar la formación, pero decidieron saltar a las vías», explicó el vocero de la empresa TBA. La protesta duró cerca de 30 minutos y luego se trasladó a la terminal de Retiro, donde muchos pasajeros reclamaron la devolución del dinero. Pasajeros de la línea Mitre protestaron esta mañana cortando las vías del tren en la estación Olivos por la detención de una formación que se dirigía a Tigre. «Se les dijo que debían bajarse de la formación para cambiarse a otra, pero decidieron saltar a las vías para protesta», explicó el vocero de la empresa TBA en diálogo con Clarín.com.
Según esa misma fuente, la protesta comenzó alrededor de las 9:40, duró cerca de 30 minutos y provocó demoras en ambas manos del ramal. Finalmente, la formación que sufrió el desperfecto fue removida y los pasajeros continuaron su viaje en otro tren. Sin embargo, muchas personas decidieron continuar con la protesta en la terminal de Retiro.
«Los usuarios reclamaron la devolución del dinero, pero no hubo detenidos», dijo Gustavo Gago, vocero de Trenes de Buenos Aires (TBA), cerca del mediodía, luego de hablar con el comisario de la división Mitre, Raúl Mesa. Además, admitió que a esa hora «todavía hay algunas demoras» en el servicio del ramal Tigre. Una versión, sin embargo, hablaba de dos personas detenidas.
Link: http://www.clarin.com/diario/2008/04/25/um/m-01658863.htm
Ahora bien, lo cierto es que yo puedo decir dos o tres cositas acerca de la protesta porque, prácticamente, fui uno de los que la vivió, mamó y alimentó. ¿Cómo? ¿Es cierto eso, Mantis? ¿Todo junto? La cosa fue así…
Ustedes saben que vivo en Victoria, San Fernando (próximo a bautizarse San Fernández, imagino), zona norte del GBA. Y que simulo que trabajo de actor porno desactivando minas anti-persona en Retiro, en un edificio moderno e inteligente, de los que se construyen en base a especulaciones millonarias, capitales extranjeros, el hecho de que mi sueldo es el mínimo y cosas peores. Y que subo al tren en Virreyes (una estación anterior) porque me queda cómodo. Y que soy un amor de tipo, entre otras cosas. Suelo tomar el tren de las siete de la mañana, pero hoy salí diez minutos tarde porque me quedé comiendo unos sánguches de miga descongelados que habían sobrado de mi casamiento, no voy a mentir. Así y todo, siempre salgo con tiempo de sobra, por lo que no me preocupé ya que tarde no iba a llegar. O al menos eso creí.
Serían las 7.20 cuando tomé el tren, que se demoró en aparecer. Ya llevaba paradas a unas seis personas por vagón, como siempre. A esa altura del partido yo iba a llegar a trabajar cinco minutos tarde, lo cual me pone nervioso a pesar de que no se me controla el horario. Saqué entonces un libro y entré a leer, no tanto de gusto sino con ganas de que el viaje se me abreviase pasando páginas. El tren pasó juntando gente por Victoria, por Béccar, por San Isidro, por Acassuso… Y estábamos en Martínez cuando personal de TBA comenzó a soltar la misma perorata de siempre: “Desciendan por favor, esta formación fue cancelada”.
Muchos descendieron, y otros tantos se quedaron en el tren (de ahora en más hablaré de lo que en mi vagón sucedía). Cuando se le preguntó el motivo al muchachón éste, la respuesta habló acerca de una formación averiada en la estación Olivos (dos estaciones después), que necesitaba ser remolcada. Con nuestro tren. Y así, algunos comenzaron a brotarse, porque el chiste (o gota que derramó el vaso) fue el hecho de que la misma movida habían llevado a cabo dos días atrás, en el servicio de mismo horario. Aunque la cereza de la torta la puso una jovencita que, a los gritos, nos puso al tanto de lo que pasaba dos estaciones más adelante, precisamente en Olivos. Porque desde allí, una compañera de trabajo la estaba llamando para informarle que su tren se detenía y cancelaba debido a que tenía que remolcar a otro tren que se había quedado varado más atrás.
-¡Mienten! –decía una vieja-. ¡Es todo mentira!
-¡Siempre con la misma basura! –gritaba un señor-. ¡¿Quieren hacer echar a alguien o están pidiendo más subsidios?!
-¡No se baja nadie! –mugía una gorda-. ¡Suban, suban todos que a Retiro vamos o vamos!
A todo esto yo ya calculaba llegar 20 minutos tarde. Pero los sensatos (me incluyo, sí) tratábamos de ofrecer alternativas lógicas y decentes a todo el asunto, “creyéndoles” la mentira. Hubo quien sugirió hacer un cambio de vía, y quien recordó que el acto de remolcar debía llevarse a cabo mediante uno de los trenes que viajaban precisamente rumbo a Victoria, donde se encuentran los galpones. Ni decir que los trenes rumbo a Retiro siempre llevan más gente de los que llevan los que van rumbo a Tigre. Pero el sentido común de los empleados de TBA era… bueno, no era.
-Me están puteando –dijo un muchacho de traje desde su asiento, ofreciendo su teléfono celular en plena comunicación a quien quisiera escucharlo-. Mis jefes me están puteando por culpa de TBA…
En una de esa fueron los nervios, pero a medida que pasaban los minutos el guarda comenzó a confundirse, cruzando explicaciones y tratando de justificar el descenso de los pasajeros, que ya no descendíamos. Finalmente llamó a la policía a través del telefonito (léase walkie-talkie), pero eso irritó a todos todavía más. Los efectivos policiales (dos) se acercaron en cuestión de minutos, y amagaron a elevar la voz hasta que se dieron cuenta de que los presentes estábamos todos igualmente dispuestos a ponernos medievales. Mi vagón y el que le seguía estaban llenos, pero los pasajeros restantes se amontonaban en el andén, entrando y saliendo según se iban envalentonando o buscando un poco de aire fresco.
-Queremos que la vía se despeje rápido, y para eso necesitamos la colaboración de la gente –dijo el policía
-La gente está colaborando con la no-violencia, agente –respondió un muchacho alto que tenía pinta de ser un amor de tipo-. Si esto estuviese pasando en la línea Roca o Sarmiento, en vez de llamarlos a ustedes habrían tenido que llamar a los bomberos. ¡Pero (gritando hacia afuera) no les vamos a quemar los vagones porque eso es precisamente lo que buscan estos sátrapas (señalando a los sátrapas)! ¡Lo que vamos a hacer es quedarnos acá hasta que venga, por la otra vía, un tren vacío a buscarnos!
-¡Eso! –apoyaban las señoras-. ¡Que nos manden un tren vacío!
-Atrás viene otra formación desde San Isidro –dijo un empleado de TBA.
-Si, y ya está llena –retrucó un gordo con ganas de merengue pugilístico-. Subite vos, que yo igual ya estoy llegando tarde.
-No, queremos un tren vacío –insistió un señor parecido a Bioy Casares-. El joven tiene razón.
–Si esto no fuera tongo, nosotros nos habríamos bajado –agregó una chica-. Pero sabemos que es mentira y nos quedamos.
-Nos quieren apurar para poder cobrarle el boleto a los que vienen atrás –dijo una señora guardando las agujas de tejer en su bolsa-. Pero si nos quedamos acá, los de atrás viajan gratis.
-Cuando no le cierran las cuentas al que maneja la caja de TBA –finalizó un muchacho vestido de enfermero-, estos hijos de puta hacen quemar un tren, para dibujar los numeritos.
Eventualmente, la presión hizo su efecto, y lo que era tan improbable como imposible, sucedió. Tras largo rato de conversación entre walkie-talkies se nos prometió un tren vacío, que retrocedería desde Vicente López y luego nos llevaría rumbo a Retiro. Debería haber pedido refrigerios para todos -ahora que lo pienso-, amenazando al maquinista con electrocutarle los vellos genitales tras tirarlo desnudo contra el tercer riel.
-¡Todos adentro del tren hasta que venga el otro! –mugió entonces la gorda-. ¡Cuando llegue… recién entonces nos bajamos!
-¡Si no viene el otro tren, nos quedamos! –dijo una voz reflejando la decisión tomada.
Dentro del tren pasamos otro ratito, y cuando las campanas avisaron que se acercaba otra formación, me paré y empecé a caminar rumbo al otro andén. Miré el reloj y me di cuenta que ya no tenía tiempo para seguir protestado, más que nada porque no había podido comunicarme telefónicamente con mi laburo (resultó ser que el teléfono estaba roto). Llegué a trabajar a las nueve, exactamente una hora tarde. Y no reclamé por mi boleto en la estación, ya que a fin de cuentas hice el viaje, y para delincuentes ya están ellos.
Ahora díganme cuánto de esto aparece la noticia, o el reporte de la empresa.*
*Así como yo subí al tren que vino vacío por via contraria, viajando apretadísimo, muchas personas se cruzaron de andén en vano, y probablemente se aunaron a las que ya venían demoradas en los trenes siguientes, para continuar con la protesta que quizá terminó con la gente sentándose en las vías.
TBA es asi.
Que lindos ejemplos lo de nuestra zona, siempre tienen que acordarse de haedo, por lo menos ahi estos chorros tuvieron un poco de miedo.
Y gracias al Gobierno, que con sus subsidios sigue del lado de la gente.
p.d: por favor, no nos arruinen los trenes que despues nosotros recibimos los vagones viejos de zona norte.
El quilombo es de tal magnitud que no se llegan a comprender todas las circunstancias en juego.
Que quilombo.
Gracias al Universo vivo bastante lejos como para sufrir esas calamidades….pero no me digan que la idea del tren bala no es una hermosura…..POR DIO!!!!!
Concuerdo con todo, salvo con lo de creerte más que los que viajamos en el Roca (o el Mitre).
En fin, los medios (y ni que hablar de las propias empresas de los trenes) poco aportan para -ayudar a- solucionar todos los problemas que tenemos todos con el transporte público, entre tantos otros problemones.
Un saludo.
P.D.: No sé si dijiste en serio lo de las ‘6 personas paradas por vagón’, porque si es así, me impresiona el increíble servicio que les brindan comparado con otros trenes. De todas formas, no deja de estar realmente mal.
Fe de erratas (?): donde dice «(o el Mitre)», debería decir «(o el Sarmiento)».
Si no fue su intención, sepa disculpar.
Je, yo también subo en Virreyes, pero por suerte viajé en un tren anterior al del caos.
Cuando leo estas cosas me pregunto cómo es posible vivir en Buenos Aires, dado que la única manera de sortear las grandes distancias es por ese medio que conlleva tantas incertidumbres.
Mis trabajos quedan: uno, a tres cuadras. Otro a siete y otro a quince. Caminando, en bicicleta o en colectivo (cuando tengo fiaca o llueve mucho) puedo llegar sin problemas a cualquier lugar. Mis parientes viven en un radio de veinte cuadras. Mis médicos, mi municipio, las tiendas de ropa y zapatos, las escuelas, los hospitales… Todo eso, no queda a más de veinte cuadras de distancia. El transporte jamás es un problema.
Adoro a Buenos Aires -a veces tengo sueños maravillosos en los que camino por una Buenos Aires imaginaria, llena de luces brillantes y gente que pasea de madrugada con vestidos de fiesta- , pero no podría vivir en ella. Los del interior no estamos hechos para soportar horas de transporte; no tenemos el pulso para aguantar la incertidumbre de no saber si llegaremos a horario, si el motor se romperá, si el maquinista sufrirá un ataque cardiaco o si el vagón explotará.
Lucifer Sam: Yo soy de los que ni tira la basura en el piso y sacude el paraguas antes de entrar para no hacer chiquero en el vagón, no se preocupe.
Capitanfla: A la larga termina siendo cuestión de guita, eso es seguro.
Evil Monkey: Yo tenía un juego de cartas con carácterísticas de trenes.
Hernán: No me creo más, ni me creo menos. Pero es cierto que el tren «que pasa por San Isidro» suele ser el menos «atacado» por sus pasajeros, que en su mayoría son personas que cuentan con trabajos en los que no se los echa si llegan media hora tarde, gente que anda paseando (si bien a esa hora lo dudo) y -si pensamos en quienes suben en Martínez- personas no muy desprotegidas socialmente.
A fin de cuentas, hasta ahora no quemamos ningún tren, ¿no?
Lo de las seis personas paradas por vagón fue en serio, y es un montón considerando que a partir de mi estación (la cuarta del recorrido) es que comienza a subir gente en cantidades serias, cuando todavía faltan unas doce estaciones hasta llegar a Retiro, destino de casi todos. Para cuando llegamos a San Isidro, usualmente ya hay muchos que no pueden subir y que esperan al siguiente.
Lo que pasa es que quienes no lo toman creen que es «el tren de la tele y el aire acondicionado» cuando en realidad es la misma mierda de techos agujereados que te duchan cuando llueve.
L. Suerte la suya.
Jorgemux: Tenga en cuenta usted, señor, que mi ratito en El Calafate me hizo entender que así y todo prefiero a mi Buenos Aires en cierta medida, debido a la disponibilidad de otras cosas (ya hablaremos).
Lo malo es que, por ejemplo, nomás en el viaje de ida y vuelta a mi trabajo yo pierdo 3 horas por día. Tres horas de mi vida que le regalo a no se quién… cuando podría usarlas para dormir un poco más, y eso no me gusta, porque vivo a las apuradas.
Y no se crea: Mis parientes también viven en un radio de veinte cuadras. Mis médicos, mi municipio, las tiendas de ropa y zapatos, las escuelas, los hospitales… Todo eso, no queda a más de veinte cuadras de distancia en mi caso también.
El problema es la extensión.
He soportado esa realidad durante años. Vivía en San Fernando y utilizaba ese tren como medio de transporte para llegar a mi trabajo (por aquellas épocas, en Belgrano) Así que se muy bien a lo que se refiere. Lamentablemente eso fue hace más de tres años y las cosas siguen igual, como todo en este país. Ahora bien, un par de meses mas adelante (del trabajo en Belgrano) conseguí uno en el centro, en Congreso. A todo esto me fui a vivir a General Pacheco, Tigre. El tren que pasa por estos pagos (que no tengo ni idea a donde va o de donde viene) se encuentra en condiciones deplorables, yo no vivo cerca de la estación pero si así fuera no lo utilizaría como medio de transporte.
Así que me pasé al grupo de trabajadores (para los chóferes, ganado) que viajan en bondi. En mi caso, línea 60. Hasta ahí, muy parecido a la línea Mitre en horas pico. Viajar apretados como sardinas, se rompían a mitad de camino y los carteristas de siempre. Un viaje de casi dos horas duraba casi tres. Con suerte, si llegaba a Cabildo y Congreso, mi sufrimiento se reducía un poco. En tiempo, claro. Ya que cuando el subte llegaba la gente corría desaforada buscando un lugar para sentarse porque pasaban dos estaciones más y se llenaba al tope. Si a todo esto le sumo que tenia que hacer trasbordo con la fatídica línea A (la que nunca llega a horario y es la suma de un tren y un colectivo juntos) puedo decir que de milagro, no me levante cruzada, me arme hasta los dientes y entre a acribillar gente.
Igual, toco madera (o que la taquen ellos)…. la tolerancia tiene un límite (encima soy mujer, mi tolerancia es mucho menor que el resto de los mortales).
Muy bueno los suyo, Mantís.
Saludos
Vanesa
Gracias por la aclaración, don Mantis. Concuerdo con eso: las ciudades pequeñas y los pueblos son lugares en los que falta casi todo. Por ejemplo, gente. Otra de las razones por las que amo a Buenos Aires es porque allí pasa, literalmente, de todo. Se puede salir a la calle a cualquier hora, y siempre está pasando algo. Siempre hay tiendas abiertas, bares, restaurantes… Y sin duda mucho más -yo sólo la vi con embelesados ojos de turista apurado-.
A mi hay un par de palabras que me producen escozor y que, si se volvieran parte habitual de mi vida, yo ya habría muerto: «transbordo», «viajar apretado» y «dos/tres horas de viaje para llegar al trabajo». Hay que ser una especie de superhombre para soportar eso. En mi ciudad, lo más parecido a ese periplo infernal es el que realizan los habitantes de una ciudad vecina (Punta Alta) que trabajan en mi ciudad (Bahía Blanca). Estos superhéroes se toman dos colectivos y tardan casi cincuenta minutos en cada viaje. En mi ciudad honramos y veneramos con un temeroso respeto a estos temerarios viajeros. Pero ellos son aquí una especie rara -tienen superpoderes: el tiempo de viaje les alcanza para dormir siestitas, hacer amigos o leer libros-; en Buenos Aires esa especie superpoderosa es la especie dominante. Y pensar que yo ante la mínima aglomeración sufro de ataques de asma, y los viajes en colectivo me provocan cinetosis (mareos). Me imagino en mi primer día de trabajo en Buenos Aires, tratando de cazar el colectivo adecuado y sin saber muy bien cómo llegar ni adónde ir ni por qué, siendo aplastado por una muchedumbre quejumbrosa dentro del colectivo: ahí nomás, espicho.
Acá en Santiago está la misma debacle con el Metro (el subte, digamos), con gente enlatada todo el día, no sólo en los horarios punta. Yo he visto guardias empujando a la gente para poder cerrar las puertas de los vagones; y en algunas estaciones pusieron ventiladores gigantes que tiran como una especie de «vapor heladito» para refrescar algo a las masas. El mal humor llegó a tanto, que la empresa está pagando a los buenos usuarios con pases gratis por un mes o algo así.
Pocas cosas impactan tanto la calidad de vida de una ciudad como su sistema de transporte, así que créame que lo entiendo: de hecho, ya hice mis maletas y vuelvo a Valparaíso, puerto lindo que me vio nacer y donde todavía puede uno llegar a casi cualquier lado caminando.
Y su anónimo gesto de protesta me convence que todos llevamos un héroe o un revolucionario adentro, sólo falta que llegue la oportunidad de sacarlo del clóset, o bien que alguien nos rompa las pelotas.
Un abrazo, y felicitaciones,
M.
Uh que garron loco. Yo por suerte soy un chico pobre de alla del interior que trabaja por internet para una compañia yankee. Con lo cual, mi oficina esta a 1 metro de mi cama en el escritorio donde yace mi laptop.
Ni me tengo que vestir para laburar, y menos aguantar viajes horribles.
Mux: Me parece que lo lindo es el pueblo «chico pero no tanto», cosa de que se te pueda operar de algo sin tener que andar viajando en helicóptero bajo una tormenta, por ejemplo.
Buenos Aires, para «pasearla» es muy superior a cualquier otro destino en la Argentina, pero bueh… vió como es la cosa, parece que si no te llama conocer las cataratas, las piedras de colores y esas cosas, son un imbécil de poco mundo, desubicado y aburrido.
Malaquías: Lo de los pases gratis está piola.
Shugo: No… lo último que querría yo sería trabajar desde mi casa, sin horario. Entre distracción y distracción terminaría trabajando 18 horas diarias, horario cortado.
Yo, cuando terminó mi horario, me desenchufo y se van todos a la concha de su madre. A la con-cha de su ma-dre.
Saludos.
Mantis: desde hace tres años, EN ENERO, he ido DE VACACIONES a Buenos Aires. Es la ciudad más maravillosa del mundo para recorrer con tiempo. Hace calor en enero, sí, pero sigue siendo maravillosa. Tengo planeado hacer otro viaje a mediados de año, con mi mujer -y mi futuro hijo que aun no habrá nacido- también a pasear.
Y Bahía Blanca no es gran cosa, pero es mediana (tiene 400.000 habitantes) y tiene de todo. De modo que mi situación -desde mi punto de vista, claro- es perfecta: voy como turista a un lugar que es infernal para vivir y maravilloso para recorrer, pero vivo en un lugar feo y que tiene de todo. ¡Escúcheme, tenemos hasta cine acá! ¡Y ferreterías!
Un día lo invito a venir. Es más, cuando quiera, me avisa y para en mi casa.
[…] ¿Recuerdan el modus operandi del personal de TBA? Yo sí, porque lo describí detalladamente en este artículo de hace cuatro meses. Lean, […]