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Archive for 26 de octubre de 2006

Yo por Dentro – Religión – Científicamente

El poder de la oración y la efectividad de la fe a la hora de curar enfermedades son, para algunos algo que se da por hecho, comprobado y firmado. Todos hemos oído de alguien cuyo achaque desapareció, tumor se encapsuló, renguera desapareció, o algo así. La palabra que estamos buscando es la siguiente: milagro. Los mismos facultativos médicos son los que se a veces se sorprenden debido a lo sucedido, y ayudan a reafirmar la fe de varios.

Lo curioso es que varios estudios afirman absolutamente lo contrario. Aparentemente, una persona que sabe que están rezando por su recuperación, evoluciona de un modo desfavorable si es que se la compara con otra que no está siendo motivo de plegarias. Supongo que se deberá a la angustia de saber que no está funcionando tan bien como debería, la somatización o vaya a saberse que otro desbarajuste psicológico relacionado a la autosugestión.

Ahora, teniendo eso en cuenta, ¿Es mejor tratarse con un médico creyente «buena gente» o con uno agnóstico «buena gente»? A mí se me hace como que el médico creyente intentaría un poco menos (si cree que a la larga Dios hará siempre lo correcto), o un poco más, (si que cree que Dios lo va a ayudar a encontrarle la vuelta al asunto). El médico agnóstico, por otro lado, convencido de que no existen “manos de Dios” en las cuales dejarlo, va a tratar de probar cuanta cosa se le ocurra, a fin de salvar al paciente y mejorarle la calidad de vida, pero una vez acabadas las opciones, se rendirá. No obstante, el médico creyente cuenta con la posibilidad de que la hemorragia se detenga sola, de un modo “inexplicable” para los hombres de poca fe.

La mejor combinación es, a mi parecer, médico agnóstico, muy capaz y buena persona + paciente creyente y completamente ignorante de lo grave de su situación + (y muy pero muy especialmente) seres queridos muy creyentes e influyentes en las altas esferas celestiales.

Uno debería conseguirse, por si acaso, una relación cercana con gente de la que rezó y obtuvo resultados específicos, en efectivo. Combinando varias religiones diferentes, de ser posible. Por otro lado, una persona que ha perdido ya varios afectos y encuentra consuelo en la oración únicamente a fin de que le ayude a sobrellevar la pérdida es, a todo grito, mufa. Y debe ser alejada cuanto antes de las plegarias grupales. De ser posible, esa persona tiene que creer que no pasa nada: que el enfermo está en realidad sano. Conviene mostrarle fotografías retocadas con el Photoshop, en la que todos aparecen festejando y sonriendo, comiendo un asado.

Pero cuando se busca la cura a una enfermedad, creo que el mejor grupo de investigadores debería ser compuesto por jóvenes malvados, perfeccionistas y no creyentes, que a medida que el tiempo transcurriese comenzasen a volverse buenos y además creyentes, a fin de jugar los últimos porotitos sinceros y bienintencionados a un rapto de iluminación divina.

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