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Archive for the ‘Mántidos’ Category


Fíjense que este viene a ser un artículo sobre un artículo que es un comentario sobre un comentario en un artículo. Dice Cutipaste:



Leía este comentario de Amperio Sensei en un post de mi amigo Crimipaste
(…) la relación entre la música y el fútbol es proverbial. Y si hay una cosa que no puedo entender es que los uruguayos no sean campeones de todo. Si yo fuera uruguayo y jugador y me ponen, antes de ir a jugar, el tema «Cuando juega Uruguay» voy y gano lo que hay que ganar o vuelvo derrotado y ahí nomás me hago el hara-kiri.

y recordé que hace tiempo mi querida p de pau hizo una observación similar -aunque no limitada al fútbol- respecto de los japoneses, luego de escuchar el Kimi ga Yo (君が代). ¿Qué se puede esperar entonces de un pueblo que creció escuchando God Save the Queen, Pomp and Circumstance, Rule Britannia y lo que sigue?



Saludos, Don Cutipaste. No voy a inventar la pólvora, pero diré que creo que la música es terrible también a la hora de inspirar cualquier cosa, no sólo la excelsitud en el balompié. Y más cuando los estímulos visuales se asocian a otras cuestiones en particular. He aquí un caso que ustedes (los forofos de Damos Pen@) conocen en particular, y se me aplica:

Tema: You’re The Best
Intérprete: Joe Esposito
Efecto: El Despertar del Guerrero

¡No, Sensei!La mejor (y si se quiere única) forma de escuchar este tema, es hacerlo directamente desde su envase original. Y ese envase original del cual brota como néctar no es otro sino la película “The Karate Kid”. Los primeros acordes y garrotazos a la batería engarzan majestuosamente con la mirada de Daniel Larusso justo en ese preciso instante en que éste comienza a darse cuenta de que -gracias a las enseñanzas del Sr. Miyagi- puede llegar a hacer un papel más que digno en el campeonato de karate de All Valley. Les digo: no hay forma de que yo me rinda y pierda si esa canción está sonando y me encuentro en medio de una pelea, un partido de Winning Eleven o en un torneo de algo, cualquier cosa, así fuese un campeonato municipal de repulgue de empanadas contra una delegación de jubiladas marplatenses. El solo de guitarra de la película es poco impresionante y hasta predecible, pero perfecto. Les digo más: si yo fuera caminando por la vereda y de repente comenzara a sonar esa canción a todo volumen, a mí no me quedaría otra más que caerle a golpes a alguien, al azar. Y ganar. Because I´m the best around.

Fragmento:

Fight ‘til the end
Cause your life will depend
On the strength that you have inside you

Ah you gotta be proud
starin’ out in the cloud
When the odds in the game defy you

Try your best to win them all
and one day time will tell
when you’re the one that’s standing there
you’ll reach the final bell!

You’re the best!
Around!
Nothing’s gonna ever keep you down
You’re the Best!
Around!
Nothing’s gonna ever keep you down

Otro ejemplo vendría directamente de la saga Rocky. El tema de trompetas más conocido y presente en las seis películas (Gonna Fly), me emociona, y creo que hace del boxeo lo que es. Mucho. Pero particularmente en Rocky 3, una canción de una banda pusilánime llamada Survivor se transformó en lo que creo es el himno a las ganas de ir al gimnasio y renunciar a la postura de intelectualoide, en pos de un físico hercúleo. Estoy hablando obviamente de “Eye of The Tiger». En esos casi cinco minutos de canción, creo que podría hacer suficientes flexiones de brazos como para deformarme.

Pero los lectores deben tener mejores temas todavía, que relacionen a situaciones estimulantes o semejantes. Y exijo que durante el fin de semana, por lo menos uno de ustedes me diga que tal o cual canción lo convierte en una máquina sexual irrefrenable, así los demás podemos reírnos. Al otro lado del camino, bien podría decirles yo que Karma Kameleon de Culture Club me despierta la mariposa interior y me hace bailotear como loca, o que I Get Around de los Beach Boys me da ganas de salir a tomar helado y/o andar en bicicleta por la tarde con mis amigos del barrio, sí. Esos amigos que sin pedirme permiso crecieron, se dejaron barba y bigote, embarazaron mujeres, tienen auto y ahora se hacen los adultos.

Sorpréndanme.

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El Chinchu en todo su esplendor cuartomundistaAlgunos de ustedes ya están al tanto, pero así y todo no está de más avisar al resto. El ya bastante famoso Chinchulín, esclavo de quien suscribe y mascota de este blog, ha sido entrevistado por Lindsay Gutierrez, en una exclusiva del blog «Polenta con Pajaritos», regido por The Bug, que de acuerdo a lo que sé podría bien tratarse de un señor santafesino con pinta de buena gente o una degenerada más de las tantas que intiman con Jorge Mux amparadas bajo la excusa de «nos vamos de investigación para escribir cosas nuevas en «¿Qué estas buscando?».

Les dejo un fragmento de todo el asunto, hagan click aquí para leer la entrevista completa.



Lindsay: ¿Cosas que más te asustan?

Chinchulín: Ufff… muchas. No sabría por cual comenzar. Meses atrás, cuando todavía vivía encadenado, una de las cosas que más me asustaba era ver que mi amo se preparaba para jugar al borracho imaginario. Porque él no bebe alcohol, pero a veces cuando esta medio, como quien dice, «al divino botón», se hace el borracho. Y es un borracho imaginario del tipo violento, recuerdo que me gritaba cosas muy feas. Lo que más me asustaría hoy en día, sería el tener que regresar a mi África natal, o ser enviado a Venezuela por error en una encomienda. Aunque el hecho de que un ratón pudiese metérseme adentro por la boca y salir comiendo mis intestinos también me asusta. Mi amo dice que puede pasar eso si dormís más de tres horas al día, y por eso a veces me da vidrio molido para comer. Dice que eso me ayuda porque el ratón que se corta el hocico y no puede morderme, y debe ser verdad, porque me sale bastante sangre por el ano. Suerte que no es mía, ¿no?


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Recuerdo la primera vez que pasó. Jueves a la noche, enero del 2004. Fue cuando nos dimos cuenta de que el pibe daba para mucho. Al principio creíamos que era una joda más, de las tantas que dejaba caer después de tragarse el gusanito del tequila. Pero resultó que no.

Miren, miren –dijo antes de callar definitivamente-. Se van a caer de culo.

El primero de los seis en darse cuenta (porque éramos seis, más Carlitos) fue el Chino Poclava, como siempre:
¡Es el de Brigada A! –exclamó-. ¡El de Rocky III!
-¡No puede ser!
-Loco, esto da miedo…
-¡Boludoooooo…!

Y era imposible no darse cuenta, porque Carlitos estaba imitando los sonidos de Mario Baracus a la perfección. O mejor dicho, la falta de los mismos. No podría jamás habérsele confundido con ninguna otra cosa, considerando que Carlitos tenía poco de negro y menos aún de hercúleo. Pero Carlitos, en silencio, era igualito a Mario Baracus. Sin hacer gestos; sin improvisar vestuario ninguno. Sin siquiera moverse del sillón.

Desde aquella noche, Carlos Alampi desarrolló abrumadoramente la capacidad de imitar silencios ajenos. Como todo grupo de amigos que comparte códigos únicos y en el que cada uno se cree más piola que el resto, no tardamos mucho en ponernos de acuerdo e intentar desentrañar las razones o al menos el origen, el secreto de ese talento. Me animo a decir hoy, pasados varios años, que lo que teníamos era envidia, nomás. No sé si de la sana, pero nacida de la fascinación más sincera.

Comenzamos entonces a pedirle imitaciones nuevas. Él traía diez, o doce por semana, y previamente nos pedía ver ciertas películas o programas de televisión. Nuestro juego consistía en dejarlo a Carlitos hacer su gracia y limitarnos a anotar en silencio sobre un papelito la respuesta que creíamos correcta. No necesariamente adivinábamos los seis (la existencia de Ken Watanabe no tiene porqué ser conocida por todo el mundo), pero en caso de no saber alguien la respuesta, jamás se arriesgaba sin saber, para no contaminar las predicciones del resto. Tampoco era condición ineludible el conocer el nombre exacto del imitado, bastaba con dar referencias. Lo que para mí y otros fue Robert De Niro, para el chino fue “el loco de Taxi Driver” y para alguno, “Vito Corleone”. Pero era suficiente.

Eventualmente comenzamos a preguntarnos si no seríamos en realidad nosotros los responsables. Imagínense: un grupo de personas que pasan tanto tiempo compartiendo cosas y tienen y tuvieron tanto (o a tantas) en común, tarde o temprano termina formando parte de una cosa más grande que su propia organización psicofísica. El resultado es superior a la suma de los componentes. En una de esas, éramos nosotros los que pensábamos parecido, y él tan sólo hacía las veces de parabólica humana, de pararrayos espiritual. Entonces, y violando todas las reglas de las noches de los jueves, el chino se fue a un bar en el que todos esperábamos ansiosos (y pretendiéndonos desconocidos), e invitó a un compañero de laburo, con la excusa de haber perdido ex profeso una apuesta del orden de: “te juego una cerveza a que a la abogadita me la levanto esta misma tarde.”

-¿No se parece a alguien, este tipo? -preguntó el chino señalando en dirección a la barra en la que Carlitos se hacía el sota, con el “mute” de su cerebro puesto-. Yo lo veo parecido a alguien de la tele.
-¿Cómo se llama la mina esa… que está rebuena…? -dijo el pobre flaco-. Medio como que tiene un aire a… ¡Sandra Bullock, pero en chabón!

Y tenía razón, al menos, en la identidad de la imitada. Yo había anotado: “la que actuó en “El Demoledor” y “Máxima Velocidad”, porque no me salía el nombre. Carlitos no hizo otra cosa sino esperar a que se fuese para matarse de risa. Del chino, de su compañero, de todos nosotros. Y en una de esas, hasta de si mismo. Le relampagueaban los ojos al desgraciado. Lejos de asustarse de su propia condición, paradójicamente inimitable, nos lanzó el siguiente desafío antes de llenarse la boca de maní:

-No importa donde, como, ni cuando; ustedes elijan a alguien, lo que quieran, que yo se los imito la próxima vez que nos veamos. Elijan al azar, piensen fuerte.

Al otro martes, Carlitos cayó en un coma profundo. Nos avisó su viejo, a la noche. Nos llamó a todos de a uno, por orden alfabético de acuerdo a la guía telefónica. A todos nos dijo el mismo discurso destruido: que los médicos no sabían nada, que había discutido con su novia, que estaba mirando televisión y se desmayó, que era cosa de Dios, que estaba internado. Que fuéramos a verlo. Yo estoy seguro de que sí, fue cosa de Dios. Porque un don como el de Carlitos (como tal vez todos los dones) no se obtiene sin intervención divina.

Dicen que fui el único que no se dio una vuelta por el hospital; que quedé mal en serio. Dos días después, el imitador de silencios se murió. Y no importa lo que crea su novia: es obvio que Carlitos se mató sólo, se inmoló. Eso lo sabemos los que estuvimos con él mientras sus capacidades se desarrollaban hasta lo absurdo, imitando en el silencio a actores del cine mudo e incluso a conductores de magazines radiales. Se desnucó sin querer, como un toro que en bajada se estrella contra una pared roja. Por eso el chino se echa a sí mismo la culpa y cree que nuestro amigo no pudo salir de una última imitación, cayendo por error a imitar justo en ese rato de la tarde que el chino pasó en el cementerio de la Chacarita junto a su hermana, que es estudiante de medicina, coimeando al sereno para conseguir una calavera y algunos otros huesos de esos que no le importan a nadie a la hora de la siesta.

A Carlitos se le fue de las manos la proeza, mientras la practicaba. Es posible. Como si se le hubiera escapado un tiro. A mí me alcanza con la hipótesis del chino. Así, calladito en el cajón, con los ojos cerrados y la boca pegoteada, Carlitos estaba igualito a alguien, seguro. La macana es que… andá a saber quien era ese fulano.

Yo hubiese preferido que lo velaran a cajón cerrado.

*Este es otro de esos artículos “homenaje” de los cuales supiera hablarles meses atrás. Le falta el dibujo para acompañar, siendo Carlitos un Artista Irrelevante. Lo dejo a criterio del homenajeado.

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Hace un par de días, un lector supo avisar (mediante un comentario) que me había incluido en uno de esos juegos blogueros o cadenas disfrazadas que tan de moda están, aparentemente. Odio las cadenas. Odio las encuestas. Odio las sucesiones de diapositivas con perritos. Odio cosas al azar cuando estoy caminando por la vereda o empujando el changuito del supermercado. Probablemente te odie (a vos y a tus malditas entrañas).

Pero por lo demás, soy puro amor. Para que se den una idea: el otro día iba a esperar a mi novia a la parada del colectivo y encontré un dinosaurio de peluche tirado en el piso, ¿y que hice? Podría haberlo tirado por el puente mientras hablaba con voz falsa de dinosaurio suicida, sí… y jugar al triple choque, sí… pero no. Lo levanté y miré para todos lados hasta distinguir, a más de una cuadra, a una mujer empujando un cochecito. Corrí detrás de ella y le di el peluche, que resultó ser suyo, obviamente.

Hoy también voy a ser buena onda, y voy a responder al coso éste, en parte también porque se añadió otra solicitada semejante de parte de algunos lectores más y no me parece inteligente eso de mandarme a un montón de loquitos (que obviamente tienen mucho tiempo libre y podrían darme caza) en contra. Se supone que tengo que escribir 8 cosas acerca de mi persona. Contarles a ustedes ocho cosas… lo cual habla muy mal de las capacidades intelectuales de algunos mántidos, ya que en la categoría “Yo por Dentro” hay 287 (288 con éste) artículos que cuentan cosas mías y que dan a entender claramente que estoy convencido de que mi vida es más interesante que la del resto. Sugiero entren a sus blogs y los bardeen con onda, si este artículo les desagrada. O sea, no se excedan del: “eh, Papafrita, la puta que te parió”.

Aquí les dejo ocho curiosidades respecto a mi persona que ya nunca serán extensos artículos.

1- Aunque haya dejado de llover, yo no cierro el paraguas de inmediato. Y suelo entrar a muchos lugares herméticamente techados llevándolo abierto sin percatarme de ello, lo cual hace muy fácil el reconocerme cuando ando por la calle. Honestamente: es que no me doy cuenta de que lo llevo abierto. Por lo general, me avisan las puertas estrechas.

2- Cuando tenía diez años discutí con una maestra debido a que para mí, María Estela Martinez de Perón no había sido nada sino “una reventada cualquiera que ese delincuente conoció en un cabaret”. Papa se puso contento.

3- Fui con todo el grado a ver a Xuxa cuando ésta tenía su programa en televisión (canal once). Por sorteo me tocó estar no entre los chicos que juegan por detrás y salen en cámara, sino entre el público. No lo disfruté en lo más mínimo (si hubiese salido escogido para estar en cámara la habría pasado peor y habría intercambiado mi puesto con otro), y creo que fue cuando me recibí de “amargado” entre mis compañeritos debido a que me pasé todo el rato sin esbozar un mínimo gesto de gozo hasta que me dejaron salir afuera a comer sánguches con el conductor del micro, que entre bocado y bocado cantaba “Sopa de caracol”, de Wilkins.

4-Aprendí a leer a los tres años de edad y a los cinco ya escribía más o menos como ahora, en todas las imprentas y cursivas y esas cosas. Eso lo saben ustedes, si es que son habitués del blog. Lo que no sabían es que no aprendí a caminar como hasta los tres o cuatro, y por eso me pasé mis primeras épocas entre almohadones. Pero no era cosa de que me parase y me cayese, no. Tampoco me faltó cariño ni tuve problemas motrices, nada que ver. Directamente lloraba para que me llevaran de un lado al otro a upa, como una enorme bolsa de papas que se rehusaba al andador o a siquiera intentar. Y berreaba aprovechándome de la sobreprotección de mi madre. De chiquito ya era vago.

5- No me interesa si no hay nada bueno que ver: en mi casa la televisión no se apaga mientras yo estoy cerca. No importa si estoy escribiendo, leyendo, comiendo, durmiendo, estudiando o lo que sea. De no ser porque tengo que ir trabajar, probablemente seguiría prendida hasta derretirse y convertirse en un manchón de petróleo, cosa que sucederá el día en que finalmente se inaugure un canal de cable de transmisión continua llamado “The Simpsons Channel” o algo así. No entiendo porqué no existe todavía.

6-Tuve una compañera de grado no-vidente durante toda la primaria. Celeste, se llamaba. Ella tenía una maestra especial y una máquina de escribir equivalente. La tarea de ayudarla, sin embargo, residía también en quien fuese su compañera de banco. Eventualmente, cuando una madre se quejó debido a que su hija se sentía “perjudicada” y “atrasada” debido a la carga extra (y real) de ayudar, la obligatoriedad a la buena obra cayó sobre el mejor de la clase, que acostumbraba ser el que escribe estas líneas. Me porté como todo un caballero, y a pesar de mi desprecio por casi todas las obras de la creación, jamás la dejé en banda en todo ese año y jamás me quejé. Cuando sacaron la foto del grado, Celeste me escogió para que saliese en la foto con ella, muy a pesar de que no la vería nunca (como a mí) y de que el resto de nosotros salía junto a la maestra o en solitario. No sé si hay algo que me angustie más que esa foto, imposible de ver pero existente; muy probablemente el mayor reconocimiento que pueda imaginarse.

7- Nunca, pero nunca, compro algo con la tarjeta de débito, porque soy más chapado a la antigua de lo que me gustaría y la cuenta está siempre vacía. Apenas me entero de que se me depositó el sueldo, lo saco completo de los cajeros y me guardo la plata en un tarrito. Y a medida que voy necesitando, voy sacando del tarrito. Y tampoco tengo un número para revisar a través de Internet si es que se me depositó o no.

8-En mi familia existe un anillo (otrora propiedad de mi abuelo paterno) que tiene un rubí grandote (no sé, es una piedra roja) y si bien no debe salir un montón de plata ni mucho menos, es herencia familiar. Es más fascinante que el de Frodo, y sobre el rubí llevaba grabado (en oro que se “descascaró”) un soldado romano. Yo se lo pedí prestado a mi tía para usarlo en el futuro bautismo de mi futuro ahijado (es un anillo de padrino) pero lo cierto es que ahora no tengo ganas de devolvérselo, aunque me quede grande en mi manito de secretaria ejecutiva. No tengo pensado hacerlo ni ahora, ni nunca, ni luego, ni nada (siento mucho tía querida que tengas que enterarte de esta manera, yo lo cuido por vos, de todo corazón), él único de la familia que tiene la nariz del abuelo soy yo, y él me había dicho que el anillo iba a ser mío cuando él muriese. Y quiero que recuerden los otros nietos ofendidos e interesados en recuperarlo o “sortearlo” que del abuelo también tengo el revólver y siempre estuve dispuesto a cagarlos a tiros en el culo a casi todos por muuuuucho menos que ese anillo. No sean tontos: no se hagan lastimar por algo así, no vale la pena. Si la vida fuese justa yo sería un cotizado samurai/actor porno, y no estaríamos teniendo este entredicho.

Y no voy a pasar la posta a otros ocho, aviso.

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26 La Misa

IgorUsted se despierta y no está en su casa actual, sino en la que habitaba antes de mudarse. Le pican mucho las manos, y al mirárselas cae en la cuenta de que de las mismas está brotando un líquido negro, muy espeso, como petróleo, si bien usted del petróleo usted no sabe nada porque sólo vio fotos y dibujos de las cosas que lo chupan en la revista Anteojito. Entonces llora, llora y se angustia porque está manchando las sábanas y su señora se va a enojar mucho. Pero su señora no lo escucha porque está afuera, regando las plantas. Sí, las plantas, esas cosas verdes hechas de pasto, como lechugas pero que no se comen.

¿No podés regar en otro momento? le dice usted con voz ronca, tratando de disimular el llanto. Pero ella le responde en un idioma que usted reconoce pero no entiende. Sí, adivinó, le habló en cetáceo la muy turra, porque sabe que usted lloró con “Buscando a Nemo”. Y usted entonces llora de nuevo. Y ella está gorda, porque ya no es más su esposa, sino su suegra. Y encima está vieja, como su suegra. Y como está igual a su suegra, usted no quiere saber nada y sale corriendo y llorando hasta que lo para la policía y le pide documentos. Menos mal que usted salió con los documentos. La cagada es que el líquido negro manchó la foto de una forma muy graciosa y lo hace parecerse a un Darío Grandinetti joven a pesar de que usted en realidad se siente más un Felipe Pigna viejo.

Entonces se le viene encima un peruano que regresa del mercado central en bicicleta, trayendo naranjas para jugo. Pero no es un peruano cualquiera: es de esos peruanos grandotes de los que hablaban en los noticieros hace unos años. Los peruanos gigantes: por eso salió corriendo el policía. ¡Frená o chocamos! le dice usted con voz de nena. Entonces el peruano gigante se pone como loco y amenaza con matarlo. Como no es ningún boludo, lo amenaza en cetáceo, que a esta altura del partido es el único idioma que usted entiende además del latín y el inglés. Usted no responde y empieza a recibir el castigo que se merece: el peruano ató las naranjas al semáforo como si fueran bolas de navidad, que a medida que maduran y se pudren le caen a usted sobre el marote. Usted se ha acobardado, o acorbatado, dependiendo de por donde se lo mire, porque el traje le queda bárbaro. El peruano, por otro lado, es un hijo de puta desde cualquier perspectiva, como ese compañero de trabajo gordo que no llega en hora y come productos de rotisería junto a la PC para que usted tenga que limpiar un millar de migas al otro día. ¿Será que en realidad juega a explotar empanadas metiéndoles petardos dentro? Habemus colesterol and diabetes jacta est –le dice usted al peruano, confundiéndoselo con el gordo-. A tu tirante epidermis le queda poco. Y sonríe.

¿Necesita que le diga lo que tiene que hacer antes de que se caiga la última naranja? Bueno, se lo digo: juéguele. El resto y un poco más, juéguele. Pida prestado y juéguele.

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*Este es el segundo de los artículos homenaje mencionados anteriormente.

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Las siguientes preguntas le servirán a todo hombre para no andar dudando a la hora de definirse y describirse sin rodeos en las entrevistas laborales. Cosa de que él mismo se pueda definir en dos o tres palabras y no caiga en la monotonía de mentir diciendo que es responsable y disfruta del trabajo en equipo. También puede que le sirvan a la hora de descubrir otras cosas respecto al verdadero significado de la vida, siempre y cuando se encuentre bajo el influjo de alguna droga dura de esas que están de moda entre las clases sociales menos afortunadas y los jugadores de fútbol más afortunados. Las damas bien pueden aplicar este procedimiento a sus masculinos más cercanos.

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Primera pregunta:
¿Qué porcentaje de sus prendas de vestir fue seleccionado por su pareja, esposa o novia?

a) Ninguno, me visto solo, sé combinar muy bien y ella confía en mi buen gusto.
b) Ella me sugirió esta combinación, pero la verdad es que compramos la ropa por separado.
c) Mi novia me regaló este par de medias para Reyes, y el pantalón lo elegimos juntos. La camisa también la fuimos a comprar juntos, pero porque tenemos gustos parecidos y ella sabe lo que me queda bien. Mirá, fijate este perfume… ¿Ves que buen gusto tiene?
d) A mí no va a venir a decirme nada la cornuda esa: la boca la tiene para otra cosa, no sé si me entendés… ah, sí, entonces entendiste. Veinticinco por seis… ¿te va? A ella le va. En serio te digo: apretás un poco y va entera aunque ella no quiera.

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Resultados:

-Si eligió la “a”, usted es un homosexual reprimido.
-Si eligió la “b”, usted es bastante poca cosa, y el sexo con ella no es grandioso ni mucho menos desde hace varios meses, por eso usted ha recurrido a la masturbación furtiva.
-Si eligió la “c”, usted es un dominado de mierda.
-Si eligió la “d”, usted es un hombre de verdad.

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Segunda pregunta:
¿Qué pensamientos se le cruzan por la cabeza después de ver algún documental televisivo de esos en los que Rolando Graña entrevista a jóvenes ladronzuelos que se drogan ante la cámara y confiesan orgullos que disfrutan matando policías y robando a los infelices que salen a trabajar todos los días?

a) Me dan lástima, pobres chicos. Son las verdaderas víctimas de la sociedad.
b) Creo que debería hacerse algo al respecto, ¿No existen los reformatorios para contenerlos?
c) Mas allá de que deberían mejorarse las condiciones sociales y reducir las desigualdades, bajar la edad mínima de imputabilidad se me hace como algo necesario. No puede ser que los padres los pasen a buscar por la comisaría matándose de risa.
d) A estos hijos de un vagón de putas les tiraría nafta y los quemaría vivos como hice con el que me quiso entrar por el fondo de casa la semana pasada… ¡no sabés como gritaba! Parecía un chancho. Cuando lo entré a apagar a patadas en las bolas se meó todo y medio como que me sentí mal, pero lo volvería a hacer. Uno menos. Lo enterré en el gallinero, ¿querés ver? Pasá… pasá…

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Resultados:

-Si eligió la “a”, usted es un de esos que ridículos que creen que Nicole Kidman está bárbara. Y probablemente sea también un dominado de mierda, o un muchacho que se cansó de masturbarse y quiere caerle bien a alguna mina de las que usan mucho la palabra “plusvalía” cuando hablan.
-Si eligió la “b”, usted es medio salame y cree que Rolando Graña es un tipo serio, no como Chiche Gelblung. Piense y va a ver que en definitiva es así.
-Si eligió la “c”, usted está a favor de la pena de muerte, pero como también es un dominado de mierda, se guarda eso y opina diciendo todo lo que su pareja soporta antes de escandalizarse.
-Si eligió la “d”, usted es un hombre de esos que la patria está echando en falta en estos días.

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Tercera Pregunta
¿Qué cosas tiene usted en consideración cuando hace un asado?

a) La verdad es que no soy de hacer asados. De vez en cuando, con mi pareja vamos a comerlo a un restaurante. En realidad me gusta acompañar cualquier pedacito de carne con muchas ensaladas distintas, pero tampoco soy fanático de la carne.
b) Me gusta ir al Jumbo a la mañana temprano y tentarme los cortes “de selección”. Aprovecho además para comprar una bolsita de leña de buena calidad y algunos vinos que vayan de acuerdo al menú. Me gusta agasajar a mis amigos, pero siempre traigo algún pedacito de cordero, que es mi debilidad desde que aprendí a prepararlo bien.
c) Trato de poner un poquito de cada cosa para que coman todos. Por ejemplo: a mi pareja los cortes con mucha grasa no le gustan, entonces siempre pongo algo de pollo. Algún choricito, alguna morcillita y esas cosas. La verdad es que queda rico, aunque a veces tengo que apurarlo un poquito porque si no, los chicos se llenan de gaseosa y pan.
d) Primero me chupo todo, porque así el asado me sale mejor. La carne la tengo comprada desde el día anterior, el vino también, pero nunca alcanza y al mediodía hay que salir a buscar más. La cornuda hace el chimichurri y para el fuego se usa lo que haya: leña, carbón, diario; es lo mismo. Lo empiezo a hacer a las once y para eso de las tres o cuatro, comemos, aunque a esa altura yo ya estoy transpirando el cantimpalo y cagando entera la provoletta. Igual me cago de risa, como aquella vez que le hicimos sonar el gato a una vecina y luego se lo convidamos diciéndole que era conejo. Estábamos hasta la chota ese día…

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Resultados:

-Si eligió la “a”, usted es un pésimo amante. Y no sólo un dominado de mierda, sino también un cornudo de mierda.
-Si eligió la “b”, usted es un ingeniero en sistemas que no sufre económicamente pero se está quedando pelado. Se puso a estudiar gastronomía en un instituto porque le gusta cocinar y está de moda, y se rehúsa a entender que, a menos que esté pensando en cambiar de profesión, lo que está haciendo es tarjetería española para hombres.
-Si eligió la “c”, usted es buen tipo pero hace los asados más horribles e insulsos de toda la cuadra. Se va a morir joven a pesar de que se cuida en la comida y hace ejercicio. Su esposa, sintiéndose sola, se va a casar con un compañero de trabajo (que es ese “pobre muchacho que se separó” del cual ya le había hablado en varias ocasiones), antes de que su cumplan cinco años de sucedido el fallecimiento, ya que si bien nunca se fueron infieles el uno con el otro, para ella usted nunca fue buena cama y además quiere que los chicos le digan “papá” al tipo, porque ella no tuvo una familia bien constituida y no piensa exponer a sus hijos a lo mismo. Usted se va a ir al Cielo y desde una nube lo verá todo. Así también se va a enterar que su mujer era de las que gritaban cerrando fuerte los ojos cuando gozaban mucho.
-Si eligió la “d”, usted es feliz por varias razones.


*Este es el primero de los artículos “homenaje” a los sitios cuya lectura disfruto con soberano entusiasmo.

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No tengo palabras para describir lo que sucede en mi organización psicofísica en este momento. Me tiemblan las manos. Mi existencia se enriqueció a niveles que yo creía imposibles. El cerebro se me está licuando de placer. El tema se llama “Sweep the Leg” (BÁRRELE LA PIERNA). La banda se llama “No More Kings” y se va a convertir en la respuesta cada vez que alguien me pregunte acerca de mi banda preferida, si bien no me interesa un pepino su música pegadiza. Este videoclip fue dirigido por William Zabka, su protagonista, y es por mucho, lo mejor que les va a pasar a ustedes en toda su maldita vida. Es Johnny «El mejor personaje en la historia del cine» Lawrence.

TIENE EL CAST ORIGINAL… EL MADITO CAST ORIGINAL, ESTÁN TODOS, ESTÁ TODO EL GRUPITO… HASTA EL MALDITO RÉFERI. HAGAN CLICK, ¡¿EN QUE IDIOMA TENGO QUE DECIRLO?!

Pueden verlo aquí: http://www.youtube.com/watch?v=uFlQNtL8F9s

Y también aquí:http://www.sweeptheleg.com/

O haciendo click encima de estas palabras que están escritas en otro color porque son un maldito hipervínculo.
Lo único que lo aleja de la perfección y de ser lo mejor que me pasó en la vida es la ausencia de dos personas, ambas fallecidas. Se lo dedico al “Negro”, con quien me gustaría estar compartiéndolo, y a Noriyuki “Pat” Morita, quien habría bastado para redondear un segmento de imágenes y sonido que está muy cerca de convertirse en lo que muchos conocemos como “Dios”.Quien haya puesto el dinero para hacer este videoclip se merece que la humanidad toda haga una fila para practicarle sexo oral.

Me fui al carajo, no importa. Podría quedarme horas y horas escribiendo a este respecto. Ahora, si me disculpan, tengo que ir a verlo ochocientas veces más. Más les vale dejar comentarios que empiecen con la frase: “Esto es lo mejor que vi en mi puta vida” o «Put him in a body bag, Johnny!
Y si quieren leer una entrevista (en inglés) en la que William Zabka habla de todo el proceso, pueden hacer click acá.

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